VII: Placer.

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Durante toda la reunión Carlo e Igor se lanzaban miraditas de reojo. Veían el anhelo y la impaciencia en los ojos del otro mientras los demás debatían, pero aún así supieron mantener la cabeza fría para poder ocuparse de los negocios como era debido.

Por desgracia, lo que parecía ser una reunión rutinaria se extendió hasta la noche, lo que fue empeorando progresivamente el humor de Carlo. Llegaron incluso al punto de cenar todos juntos y seguir la reunión mientras comían. Por suerte, Toni se dio cuenta de la hora y cortó el discurso de Hai, declarando que si todos estaban de acuerdo podrían continuar con la reunión al día siguiente.

Hubo unanimidad inmediata.

— Bueno, yo me voy a vender ahora por la noche, jefes. Mañana me llamáis cuando me necesitéis —dijo José, cogiendo un maletín con pirulas y despidiéndose de todos.

— Carlo, yo me voy a dormir ya, que tengo sueño. ¿Te vienes tú también? —preguntó Toni con naturalidad, debido a que dormían juntos desde que eran niños.

— Ve yendo tú, yo todavía no tengo sueño —contestó el menor, evitando mirar a Igor para no darle motivos a su hermano para hacer alguna de sus bromas.

Por suerte pareció funcionar y Toni se despidió. Hai, al ver que Toni también se iba, dijo que tenía cosas de las que encargarse y también se fue sin dar más explicaciones, dándole la noche libre a Igor.

En cuanto estuvieron solos, las miradas de ambos se atrajeron como si fueran imanes y el italiano se pasó la lengua por los labios provocativamente, saboreando de antemano lo que iba a suceder.

— Te dije que no había terminado contigo.

Carlo acortó la distancia que los había separado durante toda la reunión y empotró al moreno contra la mesa de reuniones, dejándolo atrapado entre la superficie y su cuerpo. Siempre que podía lo hacía, le excitaba acorralarlo contra cualquier lugar, le daba un plus de dominación a la situación que le ponía bastante cachondo.

— ¿Quierre que Igor se encargue de ustied? No preocupiar, Igor no gustiar dejar cositias a medias.

El ciborg le desabrochó los pantalones con mucha más seguridad que hacía unas horas, bajándoselos hasta las rodillas de un tirón junto con los calzoncillos y agarrando su miembro con firmeza. Hizo círculos tentativamente con el pulgar en el glande antes de empezar a masturbarlo lenta y rítmicamente, con una confianza en sí mismo que le daban las ganas acumuladas que le tenía a su camarada.

Carlo echó la cabeza hacia atrás y empezó a gemir roncamente. Cerró los ojos para centrarse por completo en las placenteras sensaciones y llevó las manos hasta los muslos de Igor, apretándolos suavemente mientras movía las caderas al compás, haciendo que la punta de su miembro a veces rozara con el pantalón del ciborg.

— Joder, Igor...

— Le gusta lo que le hace Igor, ¿ah? Es ustied un guarro.

El tono burlón y pícaro del ruso hizo sonreír al italiano y abrió los ojos, centrándose en él. Con decisión, llevó las manos hasta el pantalón del ruso, desabrochándoselo y bajándoselo de un tirón hasta los tobillos. Para su sorpresa, no tenía puesta ropa interior y pudo ver su pelvis totalmente lisa, sin vellos, miembro ni testículos.

— ¿Qué hace? Igor no tener pito, no poder sentir placier.

Carlo abrió mucho los ojos con estupefacción y llevó sus manos hasta las de Igor haciendo que se detuviera, pues necesitaba centrarse en lo que le estaba diciendo el ciborg, ya que era algo importante.

— ¿Cómo que no puedes sentir placer? ¿Te quitó Fedor eso también?

— Nio, amo Fedor no hacer eso; pero Igor no tener pito desde pequeñio y amo Hai decir que Igor no poder sentir placier por eso.

Carligor week IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora