I. BLANCO

118 41 86
                                    

Las nubes teñidas de un cálido color ocre empezaron a tornarse grisáceas, el frígido viento golpeaba con fuerza las ventanas del bus que me llevaba a casa. El atardecer estaba terminando, todo parecía indicar que una tormenta se aproximaba. La salida del trabajo era pesada, más aún porque era mi último día. No sabía como explicar mi despido, estaba seguro que no lo merecía. No podía concentrarme ni en mis propios pensamientos, el ruido de mi entorno me perturbaba, me incomodaba estar rodeado de tanta gente desconocida. Todo era pesado, sentía cómo mi cuerpo adolorido pedía a gritos salir del traje, mi mente solo podía proyectarme en casa, apoyando mis pies cansados sobre un lugar cómodo.

Miraba la calle desolada mientras el bus seguía avanzando. Cada vez me acercaba más a mi destino. La ansiedad me hacía juguetear con mis dedos, dando golpes constantes a mi maletín. Una parte de mí deseaba llegar a casa para dormir, pero en realidad mi gran anhelo era ver a mi hermosa Serena.

Ella y yo habíamos empezado a salir desde hace poco, me hubiese gustado conocerla más pero todo pasó de repente, empezamos una relación casi de un día para otro. Los demás podrían considerar que lo nuestro era apresurado, pero para mí conocerla fue lo mejor que me pudo pasar en la vida. Desde el primer momento en que la vi estaba seguro que ella era todo lo que yo quería. Su sonrisa iluminaba mis días de una forma que nadie podía comprender. No me importa si el mundo consideraba  que es muy pronto para mostrarnos amor, estoy seguro que aún nos queda mucho tiempo. Todo el tiempo del mundo para estar junto a Serena.

El bus se detuvo justo antes de pasar por el gran puente. Me perdí en mis pensamientos pensando en la belleza de mi amada, tanto que olvidé fijarme en la parada que debía bajarme. Toqué el botón de "STOP" y bajé de prisa para no quedarme tan lejos de casa. La calle estaba casi vacía, como de costumbre.

Me sentía abrumado por la pérdida de mi trabajo, no sabía cómo contarle a Serena lo mal que había ido mi día. Las ramas de los arboles se tambaleaban por las fuertes ráfagas de viento, amaba tener pequeños paseos para distraer la mente. Pero hoy no era un buen día para caminar hasta casa. Las pequeñas gotas de lluvia caían sobre mi pelo, por un momento pensé en empezar a correr pero la fresca brisa del viento me detuvo justo antes de terminar de cruzar el puente. El frío no era tan malo después de todo.

Me quedé contemplando el río que por ahora estaba tranquilo, la lluvia aumentaba gradualmente, por alguna razón el caos de la naturaleza me hacía sentir despejado. Mi mente estaba llena de contradicciones, solo quería sentir y dejar de pensar. Dejé mi maletín en el suelo y cerré mis ojos por unos segundos para disfrutar de todas las sensaciones que me brindaba la lluvia.

Después de varios segundos me di cuenta que estaba empapado de pies a cabeza. Me sentí sorprendido de cómo el tiempo pasó tan rápido. Bajé mi mirada y no encontré mi maletín junto a mis pies. Recordaba estar solo en el puente, por eso confié en que no pasaría nada si desviaba mi atención por un momento. Como siempre tomo malas decisiones, me habían robado mis pertenecias el mismo día que perdí mi trabajo.

Corrí hacia el edificio más cercano para esperar a que la lluvia cesara, revisé mi celular para ver la hora pero este no encendía. El agua de la lluvia al parecer estropeó mi celular, era increíble cómo cada vez hacían los dispositivos más sensibles. Todo se sentía tan absurdo, no podía llamar a mi novia para decirle que llegaría un poco tarde a casa, no quería tenerla preocupada.

Caminaba con dificultad, la sensación de paz que tuve al ver el paisaje frente al puente se había esfumado por completo de mi mente. La ropa mojada me estorbaba, no podía moverme, tenía escalofríos y los pies bastante irritados, mis zapatos de vestir chirriaban cada vez que daba un paso. Nunca había deseado tanto estar en casa, avancé un par de cuadras más hasta llegar a la tan esperada puerta de metal de mi edificio. Busqué las llaves en mis bolsillos pero estos estaban vacíos, las había dejado en el maletín.

GRIS - Two ShotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora