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Historia Dedicada a maria_rodri11

Colombia se estaba preparando para ir a trabajar a la cafetería porque no tenía nada más que hacer. Mientras se alistaba, estaba hablando con su amigo chileno, quien llevaba un rato riéndose de las historias sin sentido de su día a día. Colombia las contaba con seriedad, lo que hacía aún más gracioso para su amigo.

Colombia: Bueno, seguimos hablando después, tengo que ir a trabajar. Chao.

Dijo mientras terminaba de poner el audio en su teléfono y se subía a su moto para dirigirse a su destino. Al llegar, como siempre, entró a la cafetería irradiando su aura positiva y amigable. Las chicas suspiraron enamoradas al ver a Colombia parado en la puerta, ingresando para comenzar su jornada de trabajo. Era evidente que solo iban a la cafetería por él.

El dueño de la cafetería sonrió al ver a Colombia y saludó a todos como de costumbre. Luego, se dirigió a su área de trabajo como mesero.

Colombia: Buenos días, señoritas. ¿Qué desean hoy?

Las chicas se sonrojaron al ver al apuesto hombre latino. Colombia era conocido por ser muy educado con las damas y los caballeros, así como por ser abierto y amigable con sus compañeros de trabajo, amigos y hermanos.

Sin duda, Colombia era querido por su alegría y amabilidad. Nadie en el trabajo lo había visto molesto con algo o alguien, y era mejor no intentar enfadar al latino.

El dueño estaba muy contento porque se estaba haciendo rico gracias a la presencia de Colombia como trabajador. No era común ver a un hombre de su estatus trabajando, a menos que lo hiciera por capricho.

El salario de Colombia quincenalmente era ridículamente alto, pero a él no le gustaba recibir el dinero. Siendo de su estatus, tenía acceso a cajeros automáticos y prácticamente podía retirar la cantidad de dinero que quisiera sin problemas. Además, vivía con el Presidente, él era la viva representación del país, aunque Colombia prefería mantenerse apartado de los políticos.

Ya era tarde y Colombia estaba sentado en una de las mesas, disfrutando de un merecido cafecito. Como no había clientes en ese momento, sus compañeros de trabajo solo podían admirar al hombre sudamericano. La luz del sol de la tarde iluminaba su piel morena, y sus ojos cafés y cabello castaño se destacaban aún más. Los trabajadores quedaban fascinados al verlo.

De repente, la campanita de la puerta sonó y entró un brasileño alto, con ojos avellana, piel morena y cabello rizado largo que caía sobre su frente. Colombia levantó la mirada y quedó sorprendido por la inesperada visita de aquel hombre que solo lo había visto en las reuniones de la ONU.

Colombia: ¿Brasil?

Brasil: ¿Colombia?

Ambos se sorprendieron y los trabajadores quedaron maravillados al ver a los dos modelos frente a ellos, sin tener idea de lo que estaba sucediendo.

Brasil: Qué sorpresa -dijo con una pequeña sonrisa en los labios.

Colombia: Lo mismo digo. ¿Qué haces por aquí? -preguntó, con una sonrisa amable-. ¿Eres un cliente? Si quieres, siéntate aquí y pide lo que desees.

Colombia se levantó y miró al brasileño, quien solo lo observaba con sus ojos avellana.

Brasil: De hecho, vine aquí porque quería verte -dijo Brasil, sorprendiendo a Colombia y haciendo que se quedara sin palabras-. ¿Me acompañas afuera?

Brasil hizo una señal con la cabeza y comenzó a caminar, dejando a Colombia con la palabra en la boca. Sin decir nada, Colombia lo siguió hasta afuera del negocio. El brasileño abrió la puerta de una camioneta blanca y le hizo señas para que subiera.

Colombia: Mi turno no ha terminado, lo siento. Será en otro momento -intentó protestar.

Brasil: No te estoy preguntando -interrumpió Brasil.

Colombia se sorprendió y trató de resistirse, pero Brasil lo agarró del hombro.

Colombia: Estás loco si crees que me voy a dejar - dijo Colombia, intentando liberarse del agarre de Brasil en su hombro, pero el brasileño lo jaló hacia adentro de la camioneta de manera delicada pero firme.

Colombia: ¡Oye, Brasil! ¿Qué estás haciendo? - dijo desesperado mientras veía cómo el brasileño se montaba y encendía la camioneta - ¿A dónde me llevas?

Brasil: Te estoy secuestrando, ¿no es obvio? - respondió Brasil con naturalidad, lo que hizo que Colombia comenzara a reír nerviosamente - Te llevaré a mis tierras para tenerte ahí.

Colombia comenzó a despertarse y a tratar de resistirse, pero Brasil había asegurado todas las puertas y los vidrios de la camioneta, por lo que nadie podía verlo ni escucharlo desde afuera.

Brasil: No te esfuerces, he asegurado todas las puertas. Y lo mejor de todo es que la ONU ya sabe que te secuestro - dijo Brasil mirando desde el espejo a Colombia, quien intentaba abrir desesperadamente la puerta de la camioneta.

Colombia: Colombia, mantén la calma. No te desesperes, guarda la calma y... a la mierda con esto - dijo tomando aire antes de hablar - Mira, no quiero ser grosero, pero ¿qué te pasa, perro triple hijueputa? ¿Me subes al carro y me lo restriegas en la cara? ¿La ONU no es la paz o algo así?

Brasil: Sí, amor, es la paz, pero me dijeron que te secuestrara pacíficamente - respondió Brasil de manera cariñosa pero con un tono siniestro, lo cual dejó perplejo a Colombia, pero al menos logró que se calmara un poco.

Obviamente, Brasil dejó salir su lado alfa, mientras que Colombia, siendo beta, no se dejaba intimidar, sino que lograba que su temperamento bajara un poco.

Colombia: Sabía que esa mirada tuya en las reuniones no era así porque sí - dijo cruzando los brazos y apoyando su espalda en el asiento de la camioneta.

Brasil: ¿No te sientes... intimidado? - preguntó Brasil sorprendido por la actitud de Colombia - Espera... ¿eres un omega o qué?

Colombia: No te molestes en tratar de ahogarme con tus feromonas. Así que quédate quieto - respondió Colombia mirando mal a Brasil.

Brasil: Nunca noté tu... otro lado más masculino - dijo algo confundido, ya que solo conocía la parte dulce y tierna de Colombia - Veo que eres de esos betas que esconden su verdadero yo para engañar a los alfas, ¿no?

Colombia: No te esfuerces en tratar de manipularme emocionalmente. Como beta, puedo notarlo al instante - dijo Colombia, intentando jugar con la mente de Brasil, pero el brasileño no se dejó engañar y solo sonrió mientras conducía.

Colombia: Pero qué dices... si logré que dijeras lo que yo quería escuchar - miró a Brasil con una sonrisa victoriosa, sorprendiendo al brasileño - Las fichas que mueven los betas hacen que los alfas tengan escalofríos, ¿verdad? Lo siento, Brasil, pero un alfa y un beta no pueden llevarse bien. Así que déjame bajar, busca a un bonito e inocente omega.

(¿Y quién dijo que me gustan los omegas?)

Continuará...

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⏰ Última actualización: May 10, 2024 ⏰

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𝑳𝒖𝒄𝒉𝒂𝒏𝒅𝒐 𝒑𝒐𝒓 𝒖𝒏 𝑩𝒆𝒕𝒂 🇧🇷-🇨🇴Donde viven las historias. Descúbrelo ahora