Capítulo 1: Incorrecto

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Unos maleantes de poca monta habían intentado secuestrar a una joven en la calle que quedaba escondida en la recóndita avenida donde se situaba el edificio del Empire State. No obstante, tuvieron tan mala fortuna que una señora a sus 56 años de edad tuvo el lujo de verlos en pleno acto. Ahora, se encontraban huyendo despavoridos como gallos sin cabeza de un incesante escuadrón policial. Ellos no hacían más que acelerar y maldecir, mientras la chica secuestrada les soltaba insulto tras insulto. No eran más que unos jóvenes excitados que buscaban satisfacer sus más vanos deseos carnales, y bueno, ¿No se les puede culpar de querer saciar su sexualidad, no? O eso pensaron antes de llegar a este punto. Dos maldecían, otro lloraba, y el que conducía, quien cabe destacar tenía la actitud más fuerte y de liderazgo, mandaba a callar a la banda de inútiles sentados en los demás asientos.

-¡¿Quieren a la chica, eh!?- gritó enardecido, sacando su pistola para disparar. Él era el único que disponía de un arma- Pues la tendrán. Abre la puerta, Marcus-

-¿Qu-qué?- preguntó este último, asustandose de la idea.

-Que abras la puta puerta, y después tirás a la muchacha-

-¡¿Qué?!- la chica gritó, totalmente aterrada de lo que querían hacer.

-Victor, yo...-

-Es la trena, o es tu vida, elige-

El chico llamado Marcus bajó la mirada, mientras movía su mano a la perilla de la puerta.

-¡No!¡No lo hagas!¡Por favor no lo hagas!- lo dijo, casi faltándole palabras por el miedo, su voz se desgarraba y ponía ronca ante sus lágrimas que salían temblorosas de sus pómulos. Fue empujada a la fuerza, resistiéndose de caer al pavimento, hasta que un balazo por parte del conductor en su abdomen hizo que se soltara.

La chica cayó, era como ver un polluelo caer para terminar de romper su cuello, y cerró sus ojos para recibir lo inevitable. Pero pronto unos brazos le recogieron en el aire y fue estrellada contra la pared de la pared a una velocidad reducida pero fuerte, era similar al impacto de chocar al caer de una bicicleta. Seguramente se rompió la mano o la muñeca, tal vez un tobillo, pero estaba ahí, viva.

-Lo siento, no es lo mío volar delicadamente, pero lo bueno es que estás viva- oyó una voz en medio de su confundida mente que asimilaba lo que ocurrió. Antes de poder siquiera poder ver a su interlocutor, este se retiró de un salto mientras dirigía sus brazos hacia adelante y volaba como un superhéroe, porque lo era, en parte claro.

Los secuestradores vieron que la policía no había cesado su acto pese a tirar a una jovencita delante de sus narices. ¿Estaban locos y atropellaron a dicha jovencita? Se preguntaron al no tener una respuesta distinta. Pero no tuvieron que esperar mucho, pronto la obtuvieron.

El impacto en un costado del vehículo frenó su avance, rodando para quedar boca abajo. 2 de sus 4 tripulantes fueron noqueados por el choque, los otros dos, el llorica Marcus y el conductor, se erigieron de pie al salir entre el dañado vehículo, abollado por un golpe que no era de este mundo. Delante suyo estaba alguien de aspecto de vagabundo, a su par pronto llegaron las patrullas policiales que se posicionaron con sus armas. El llorica levantó sus manos para rendirse, pero el conductor no. Como si no le importase, agarró a su compañero del cuello para apuntarle con su pistola de calibre 9mm.

-¡Te conozco! Eres Hancock, ¿No? Ese hombre super fuerte y volador de las noticias. El que juega a ser héroe-

-¿Héroe? ¿te crees que soy gay?- le preguntó el hombre super fuerte, quien tenía unas gafas oscuras, una piel morena, combinado con una vestimenta inapropiada, parecía un vagabundo de la calle que encuentras en días de tormenta.

Hancock: Conductores en SeattleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora