33.

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El disparo resonó dentro de toda la pequeña habitación al igual que en la mente de Anna, quien seguía tirada de culo sobre el fino mármol de la casa.Su mente corría a 1000 km por hora y siempre paraba en esas palabras "Daryl no murió". Se levantó y se dispuso a irse de ese lugar, buscaría a Dixon hasta por debajo de las piedras.

—Hey Hey—una mano se poso en su brazo, ella se giro rapidamente llena de miedo al pensar que podía ser ese chico un violador o algo peor. "Temele más a los vivos nena"—¿Estas loca?, No puedes irte ahora, el disparo los atrajo—el rubio hizo un ademán con la cabeza y Ana lo siguió con la mirada, fuera de la pequeña reja había mas de una docena de muertos, todos estirando los brazos y sin duda hambrientos.

—No pueden tirar esa cosa ¿Cierto?—la chica estaba asustada, ahora estaba sola y aunque al principio de esto lo habia logrado se había acostumbrado al grupo, a Shane, a Dixon.

—No, No pueden—el rubio sonrió en señal de tranquilidad—Venga vamos a mi casa—

—¿Tu casa? Pensé que esto estaba abandonado—ambos comenzaron a adentrarse en las pequeñas calles del fraccionamiento.

—Solo estamos aquí Eric y Yo—la chica asintió—es un lugar seguro, hay agua caliente y electricidad—los ojos de Anna se abrieron como platos, dudo unos segundos en entrar al pensar que era una trampa pero la sonrisa del chico le producía confianza, esa confianza que sentía cuando hablaba con el viejo Merle.

—Es, Increible— apenas pudo articular palabra al ver la gran casa, sin duda en la otra vida valía millones de dolares, ahora ya no.

—Si lo es—el rubio cerro la puerta—¡Eric! ¡Cariño Volví—un chico flacucho y rubio bajo las escaleras corriendo y se lanzo a los brazos de Aaron, Ana quedo impresionada al verlos besarse. Para nada era homofóbica pero hacia mucho no veía una muestra de amor, echaba de menos a Maggie y Gleen.

—¡Hola!—el segundo chico se lanzó sobre ella en un abrazo, Anna pego un brinco pero segundos después, correspondió

—Hace mucho no veíamos personas vvivas—Ana asintió con una sonrisa, le pasaba lo mismo—Eric, llevala a una habitación y muestrale la ducha yo prepararé algo de comer—el segundo rubio asintió y tomo la mano de la castaña, fueron escalaleras arriba y tras varias puertas el chico abrió una, dejando ver una pequeña cama con una mesa a un lado.

—El baño es esa puerta azul, tomate tu tiempo cariño—ella musitó un si y el chico desapareció por las escaleras, Ana camino hasta el baño observando la planta alta de la casa. Entro en el y con miedo se miro en el espejo.

—Dios...—tenia unas ojeras prominentes, suciedad en la mayoría del rostro y sangre seca en el antebrazo a causa de Shane, recordarle le encojia el corazón. Abrió el grifo e hizo una pequeña cueva de agua en sus manos, la bebió y sin duda se sentía bien. Se quito la ropa lentamente, deteniéndose a mirar el pequeño abultamiento que crecía en su vientre, sonrió de lado y le palmeo una vez. Entro a la ducha y su cuerpo se estremeció al contacto del agua caliente, hacia meses no se sentía así. Completamente limpia.

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—Hey Dixón—el ojiazul pego un brinco, el pequeño Carl entró a la habitación a prisa—Venga nos vamos—tomo a Daryl del brazo y lo ayudó a levantarse, su pierna aun no respondía y por ende no podía caminar por si solo.

—¿Porquè?—mientras el mayor de los hermanos Grimes tomaba con su mano libre la mochila que hace días preparo para escapar, Daryl trataba de no cargar todo su peso en el, solo era un crió de 15 años.

—Papá encontró rastros de que alguien vive aquí, no queremos problemas—Ambos salieron de la improvisada bodega y se encontraron con la mayoría del grupo esperándolos montados en dos autos.

—Subelo aquí Carl—Olivia abrió la puerta del copiloto y ayudo a subir al rubio, los autos emprendieron la marcha. Gleen manejaba un auto, Daryl al copiloto y Olivia y Ernest a un lado de Maggie.

—¿A donde vamos?—la ronca voz de Dixon hizo girar a Gleen, este sonrió y volvió la mirada al camino.

—A buscar en donde dormir—

—Tengo que buscar a Anna—Una punzada de dolor en la pierna lo hizo aullar.

—Lo haremos mañana Dixon—Maggie puso su mano sobre su hombro y el ojiazul asintió, miro a la ventana y cerro los ojos. 1,2,3,4,5 los abrió y todo seguía igual. Suspiro y dejo que su imaginación vagara en Anna y su hijo. Su familia

¡Gracias!
Facebook: Jocelyne Zepeda

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