ilusiones rotas

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Se suponía que era una misión rápida.

Pero no llegaste esa noche, no era la primera vez. Pero si fui la primera que hablé con alguien para saber cómo estabas o mejor dicho dónde estabas, por que confiaba en ti.

—Aizawa. —Llamé al hombre de oscuros cabellos. —¿Cómo esta Mic? No ha llegado aún.

—Perdón Sunflower, pero no sé. Hoy no tuvimos ninguna misión. — Titubeó un momento antes de proseguir. —O por lo menos no juntos.

Eso despertó algo en mí, quizás mi instinto presintiendo la verdad que no quería aceptar.
—No contesta y me dijo que tenían una misión juntos. —Insistí. Supongo que Aizawa notó la desesperación en mis ojos y luego de un suspiro cansino me dijo:

—Te voy a dar una dirección porque no creo que te merezcas esto. No creo que él haya cambiado, pero tú decides si engañarte y esperarlo o, por el contrario, ir a buscarlo.

—Dame la dirección.

Con los nervios a flor de piel manejaba por las calles buscando la dichosa dirección. Mi corazón estaba tan apretado que dolía. Detengo el coche y miro el lugar notando que era un motel. Quiero creer que no está ahí, que Aizawa se había equivocado sobre Mic y, queriendo aferrarme a ese amor que sentía, quiero regresar a casa creyendo que, quizás, tuvo una misión con alguien más. 

—Sí, debe ser eso. — Me dije a mi misma mientras arrancaba el coche para irme de ahí. Cuando, al levantar la mirada lo veo, abrazando a una chica por la cintura, ambos riendo y muy juntos. Eso rompe el último rayo de esperanza que tenía en el rubio.

Regreso lo más rápido a casa, en mi arrebato emocional y saco todo lo que puedo. Antes de que él llegue me dirijo a casa de Kan. Estaba enojada, la ira burbujeaba bajo mi piel y la sed de venganza me invadió. Quería verlo sufrir, desquitarme y hacerle sentir una fracción de todo el dolor que estaba sintiendo ahora mismo.

Golpeo la puerta mientras mi menta nublada por mi mal juicio sólo me repetía una cosa.

—Oye florecita, ¿Qué haces aquí, a esta hora? Es muy tarde. —Noté como buscaba a alguien detrás de mí. —No creo que a Mic le guste que nos veamos a esta hora.

Sin pensarlo demasiado me tiro a sus cálidos brazos mientras nuestras bocas se juntan en un beso húmedo y necesitado. El simple hecho de escuchar su apodo me daba más ganas de traicionarlo, como él lo hizo conmigo.

Kan interrumpió el beso, reteniéndome. —¿Que te pasa?, ¿sucedió algo con Mic?

No respondí a su pregunta, sigo insistiendo en besarlo. Sabía que estaba mal, que era prácticamente usarlo por despecho, pero mi corazón y mi orgullo estaban destrozados. Quería algo de afecto, afecto real. Ese afecto puro que sólo Kan podía darme.

—Basta. No sé qué paso, pero esto no es correcto, estás con él y no quiero hacerlo de este modo.

Él siempre tan caballero.

-—No estoy con él, me engañó. —Respondí, con el corazón rompiéndose en trozos. 

—Ah... No sé, ¿necesitas algo?

—Que me beses. — Y ahí estaba de nuevo, suplicando por un poco de amor. ¿Tan bajo estaba cayendo? No, esto era más que eso, yo quería dañarlo incluso si salía herida por ello.

—No, no. Te amo mucho pero no me hagas esto, por favor. — Su voz ronca y profunda me hipnotizaba, pero esos ojos me miraban con dolor. —Venir a mis brazos, darme esperanzas para después regresar con él. Porque me duele, demasiado. Si quieres estar conmigo tienes que prometerme que no regresaras con él porque, por mucho que yo te ame, soy humano y verte con él me duele. Cada vez que él te hace daño me duele, y duele más no poder hacer nada.

un nuevo amanecerWhere stories live. Discover now