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Escuchame, Bruno. -Albert puso su mano en mi hombro y me obligó a mirarlo. -Ni siquiera has empezado a vivir. Tú vas a dejar ir las cosas que te atan, vas a convertirte en un hombre y vas a superar todo lo que un día te limitó. Eres fuerte, más que todos acá. ¿Sabes por qué?

¿Por qué? -cuestioné escéptico.

Porque, a pesar del dolor, das alegría a la gente a tu alrededor. Eres una buena persona. Y las buenas personas siempre lo logran. -aseguró.

Me miré al espejo y volví a la realidad. Inhalé y exhalé y terminé de amarrar mi corbata.

¿Listo? -Nelly entró a mi habitación y se plantó a mi lado, frente al espejo. Ella no era una chica baja, pero aún así se veía pequeña a mi lado.

¿Cómo puedes estar tan tranquila? -cuestioné mirandola a través del espejo. Porque yo ni siquiera sabía lo que realmente estaba sintiendo.

Nelly me sonrió levemente.

Albert estaba sufriendo, Bruno... me deja tranquila que se haya ido en paz. Eso no quita el hecho de que que duele, pero es más llevadero pensar en que vivió rodeado de amor. -indicó ordenando de mi cabello.

No me gustan los funerales. -murmuré. En realidad, nunca he asistido a uno. Cuando Jayne murió, quise ir a su funeral pero no pude entrar, mis pernas se quedaron inmóviles fuera de su casa, el lugar donde la estaban "velando". De hecho, ni siquiera fui al entierro. No pude soportarlo.

Si no quieres salir, no lo hagas. -dijo ella. Comprensiva, como siempre.

No te preocupes. -negué. -Vamos.

Ella me miró unos segundos y finalmente asintió con una leve sonrisa.

No conocía ni al 10% de las personas que estaban en el living, repartidas alrededor del ataud de madera barnizada que estaba en el centro. Algunos conversaban, otros estaban callados y otros tomaban algún refresco. Todos vestidos de una manera muy formal. De hecho, las únicas personas que pude reconocer fue a los chicos y a los padres de Frederick.

Me acerqué al grupito que habían formado Summer, Drake, Takeshi y Madisson. Y ellos de inmediato posaron sus miradas en mí.

¿Cómo te sientes? -cuestionó Summer.

Un poco mejor. -respondí dudoso y ella asintió con una mueca triste. Miré a mi mejor amigo y solté un puñetazo suave en su brazo, a modo de "gesto cariñoso". - ¿Todo bien?

No, pecas. -respondió con su habitual sinceridad. -Que bueno que volviste. -añadió finalmente.

Sonreí levemente, sin saber muy bien qué más decir.

Es complicado. Todos tenemos infancias muy distintas, nuestro carácter es distinto y nuestra forma de llevar un duelo, también lo es.
Por ejemplo, Nelly finge estar bien y se preocupa por los demás. Madisson, por su parte, hace bromas e intenta esconder su dolor. Pero Hazel, por otro lado, llora. Frederick desaparece y Takeshi aleja a todos, se vuelve distante. Jayden pasa a odiar a todos y, Drake, por el contrario, se vuelve hermético. Silencioso y serio.
En cuanto a mí... yo me pongo nervioso. El dolor me vuelve torpe, y ni siquiera puedo distinguir lo que realmente siento.

Y, el hecho de que todos seamos tan distintos, influye demasiado en que nos cuesta muchísimo dar palabras de apoyo, o incluso, hablar de lo que estamos sintiendo.

Y así fue como se pasó el velorio. Seco. Todos esparcidos. Luego vino el entierro, en el que Nelly cedió y lloró desconsoladamente. Cosa que nos rompió un poco más a todos. Frederick fue quien la abrazó y consoló hasta que se secó. Poco a poco, todos terminamos saliendo del cementerio. Nadie se despidió. Simplemente, cada uno fue por su lado. Creo que ni siquiera las parejas se fueron juntas.

Kelly brillaba por su ausencia. La llamaría luego.

Yo terminé caminando sin rumbo. Tenía la mente en blanco. Albert me había ayudado demasiado en muchas cosas, pero yo nunca pude devolverle ni un poco de todo lo que me dio. Cosa que me hace sentir malditamente impotente.

Terminé sentandome en la banca de alguna plaza a la que me llevaron mis pasos. Es dificil decir algo, porque en ese momento me sentía tan, pero tan vacío que ni siquiera había algún pensamiento en mi mente. No aparecían recuerdos en mi memoria, tampoco momentos divertidos o memorables. Solo estaba ahí: existiendo.

Eso, hasta que una idea muy estúpida llenó mi cerebro y no pude hacer más que obedecerla.

Caminé hasta la cafetería en la que trabajaba con Summer y Hazel. Había escuchado, por parte de la pelinegra, que su hermana menor estaba reemplazandolas en la cafetería. Solo quería verla, nada más. A pesar del calor del día, comenzó a llover y terminé corriendo por el centro de la cuidad, empapandome. Todo por llegar a la dichosa cafetería. Razón por la cual mi orgullo comenzó a dudar de mi inteligencia.

Me asomé por el ventanal, no quería que ella me viera. No quería hacerla pasar un mal rato. Mis ojos se demoraron muy poco en enfocar a una chica con delantal rosado chillón, el cabello rubio amarrado en una trenza baja, o algo por el estilo. Estaba tomando nota de la orden de un cliente. Seguramente se le estaba haciendo un infierno tener que interactuar con tantos desconocidos.

<<¿Por qué no estuvo en el funeral? ¿Por esto?>>

Después fui consciente de que había un chico en la caja. El cual terminó desapareciendo en dirección a la cocina. Seguramente él era mi reemplazo... en el trabajo, claro.

<<¿Estaban los dos solos?>>

Suspiré y me sentí estúpido. ¿Qué demonios estaba haciendo ahí? La imagen era patética: yo, empapado, mirando a la chica que me dejó claro que todo en su mundo es más relevante que yo.

La vida me odia y ese hecho quedó claro en el momento en el que volteé para irme y fui interrumpido por aquella chica sacando la basura del local por la puerta de atrás. Alzó la mirada y las bolsas se cayeron de sus manos.

B... Bruno... -balbuceó y todo su rostro se volvió pálido por un segundo, luego, un color rojizo pasó a instalarse en sus mejillas. -Estás mojado.

Estaba lloviendo. -respondí.

<<¿En serio, Bruno? Ella no se había dado cuenta>>.

¿Quieres café? -preguntó dando un paso en mi dirección.

No. -negué. -Me tengo que ir.

No. -ella alzó la mano, como si así pudiera frenarme. -Te vas a resfriar.

<<¿Ahora te importa?>>

Da igual. -respondí. Titubeé, y finalmente terminé nuestro fugaz encuentro con un patético: "Cuídate".

Pasé por su lado. Y, en ese momento, ya no me sentía vacío, no estaba simplemente existiendo. Sentía rabia, impotencia, enojo, tristeza, frustración... recordé momentos con Albert, y también con ella. Mi mente ya no estaba en blanco, de hecho, habían demasiados colores. Y lo odié.

<<Tú te lo buscaste, idiota>>.

Bruno: Huellas Del Pasado [Help #3]✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora