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Llevaba media hora observando el mismo punto en la esquina de su habitación.

Su cuerpo entero ardía bajo los rayos del sol que atravesaban su ventanal. Y cada una de sus extremidades cosquilleaba aún con la suave sensación de aquel tacto. Aquel caliente beso, y aquel apretado abrazo. Su pene palpitaba dolorosamente, se hallaba erguido sin vergüenza alguna y no daba su brazo a torcer. Su mente estaba llena de ChenLe, su mente estaba llena de su calor corporal, de sus ojos sobre su cuerpo, de su toque íntimo, de su voz sobre sus labios.

Olía a él. Y se encontraba tan maravillado con ese descubrimiento que hasta podía sentir su pecho explotar de felicidad. Todo su ser anhelaba a ChenLe, con cada fibra de su cuerpo. Se había convertido en una necesidad. Estar junto a él, oír sus charlas por la mañana, sentir sus dedos entrelazarse. Sentirlo a él.

Pero luego de aquel beso había salido huyendo. Puesto que no sabía que era lo que sucedería si sucumbia a sus deseos. Una única vez lo había hecho, y todo había terminado muy mal.

No quería herir a ChenLe, prefería clavarse una estaca de madera en el corazón el mismo a siquiera llegar a tocar un solo pelo de su chico con malas intenciones.

Y ahí estaba el problema. Su chico si tenía malas intenciones. Su chico si quería herirlo. Y JiSung se moría por eso. Quería que lo tratara duro, y sin embargo no había nada que le provocara el mismo placer que sus apretados y amorosos abrazos. Pero el mismo estaba dispuesto a que ChenLe lo destruyera. ChenLe podía hacer de JiSung lo que él quisiera, y JiSung aceptaría gustoso.

Pero antes de todo aquello, antes de que ChenLe lo arrinconase en los baños y lo besara tan duro y caliente. Antes de que todo se fuera a la mierda.

Park JiSung volvía a clases después de un año entero de haberse convertido en un puto chupasangre. Durante el año pasado había estado recibiendo "clases en casa" en lo que luchaba con la necesidad de clavar sus colmillos sobre todo ser vivo que cruzara frente a su patio delantero. Y hoy comenzaba su último año de clases. Tan solo 12 meses para acabar con la tortura de tener que convivir con bolsas de sangre olorosas y apetitosas siete horas al día.

Era una fiebre constante en todo su cuerpo. Calor abrasador que ascendía a su cabeza cada vez, y le hacía perder la consciencia.

Había vivido en ese estado por alrededor de una semana luego de ser mordido. Se trataba de la etapa que todo novicio debía de soportar para incorporarse a la sociedad. Y JiSung la había superado con honores. Los cuales eran, obviamente, no haber lastimado a nadie en el proceso. Y quizás las ganas de asesinar indiscriminadamente se habían aplacado, pero el hambre voraz era incluso peor a la del primer día. Solo se había costumbrado a la necesidad flameante que no abandonaba su garganta y sus papilas gustativas. Era similar a sentir sed a cada segundo de cada minuto de cada hora de cada día.

Había desarrollado este mal habito de quedarse mirando a la gente fijamente como si se tratara de un acosador psicópata. Le sucedía sobre todo en el metro, cuando los aromas desagradables y deliciosos convergían en una rara y agria mezcla que le causaba nauseas la mayoría de las veces. Pero las últimas veces había logrado actuar como cualquier otro adolescente de su edad, y hasta había logrado entablar una charla con una anciana que iba camino a su juego de padel.

— ¿Sabes? Debes dejar de mirar a la gente de esa manera, un gato acaba de espantarse —dijo DongHyuck lentamente a su lado, dando la impresión de que hablaba con un niño pequeño. Iban de camino a la escuela, otro lugar realmente problemático desde la posición en la que JiSung se encontraba.

—Lo siento.

—También debes dejar de disculparte por todo pequeño JiSung. Solo deja de darle vueltas al asunto, es mejor cuando simplemente dejas que las cosas fluyan, ya será problema del JiSung del futuro.

youngblood; chenji vampire ! auDonde viven las historias. Descúbrelo ahora