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—Meow —escuchó como el gato no dejaba de maullar.

Con enojo se impulsó quedando sentado en la cama, maldiciendo por los bajos. Jimin comprobó la hora en el reloj y eran las 11:00 de la noche. Había dormido durante toda la tarde, pero aun así quería continuar acostado aunque el felino no se lo estaba permitiendo.

—Maldito gato —mencionó poniéndose de pie.

—Meow.

—¿Dónde estás? —preguntó acercándose a la ventana.

Jimin no alcanzaba a verlo por lo que abrió con cuidado la ventana para sacar su cabeza y revisar. El gato que se encontraba cerca de la ventana se abalanzó hacia el cuerpo del chico para luego entrar en la habitación sin permiso.

—No, no, no sal de aquí —pidió Jimin corriendo tras el gato por el interior de su habitación.

—Meow —el felino de hermoso pelaje blanco se sentó frente al joven observándolo fijamente— Meow.

—No me mires así, no puedes quedarte —negó nuevamente sin quitarle los ojos de encima al gato.

El felino lo miró con ojitos tristes y Jimin no puedo aguantar más. Aquel animalito era simplemente hermoso. ¿Qué podría pasar si se quedaba? Después de todo solo sería por una noche.

—Bueno, pero te quedas en silencio ¿vale?

Terminó por aceptar y el felino no respondió absolutamente nada. Así Jimin regresó a la cama, dejando al gato tranquilo.

Ya cuando estaba quedándose profundamente dormido sintió un estruendo que prefirió ignorar.  Aunque pocos segundos después su sueño fue interrumpido por el sonar de una guitarra.

Algo sorprendido y asustado se bajó de la cama buscando la procedencia del sonido. No tardó mucho en encontrarse con el causante de aquella melodía.

—¿Pero...?  —La sorpresa se veía claramente reflejada en sus ojos.

El pequeño gato había tumbado el estuche de su guitarra consiguiendo sacarla y tocar sus cuerdas.

—¿Cómo es qué?  —Jimin se acercó a paso lento observando aquel fascinante espectáculo.

El joven de cabellos dorados se hincó de rodillas junto al felino. Su corazón no había podido evitar acelerarse tras aquel suceso. No había escuchado el sonar de aquella guitarra desde hacía mucho tiempo.

El gato dejó de pasar su patita por sobre las cuerdas de la guitarra para permitirse voltear a ver al joven a su lado. Jimin ya había estallado en llanto y limpiaba continuamente las fugitivas lágrimas.

—No vuelvas a tocar eso —consiguió decir tras haber sacado fuerzas de donde no habían.

Limpiando una última lágrima estiró su brazo para tomar la guitarra, pero fue frenado por el delicado toque del gato quien colocó su pata sobre su mano.

—Meow —maulló llamándole la atención.

—Lo siento, pero yo ya no toco —dijo tomando la guitarra y metiéndola nuevamente en su estuche—. Por favor no vuelvas a tocarla, es muy importante para mí —explicó pasando su mano por las iniciales escritas a un costado de ella.

El felino entristeció al ver a Jimin observar la guitarra de aquella forma, sin intenciones de volver a tocarla. Aquella guitarra había sido un regalo de Yoongi en el 13 cumpleaños de Jimin, por eso él la atesoraba tanto.

Jimin aún apreciaba el instrumento sin percatarse de los movimientos del gato, quien con cuidado sacaba algo desde bajo uno de los estantes en la esquina del cuarto.

—Meow —maulló ya cuando se encontraba nuevamente junto a Jimin, pero esta vez con un cuaderno a su lado.

—¿Qué es eso? —preguntó confundido estirando su mano para tomarlo—. Es, es uno de los cuadernos de Yoongi —mencionó al ver su nombre en la primera hoja— ¿Qué hace esto aquí? —preguntó comenzando a hojearlo.

Jimin sonrió al ver la letra de su amigo. Lo extrañaba tanto. Así con un nudo en su garganta se quedó leyendo las páginas de aquel cuaderno. En su interior encontró letras inconclusas en las que había estado trabajando su compañero, algunos apuntes de música y una que otra anécdota que hacían parecer al cuaderno una especie de diario.

Jimin desconocía el tiempo que llevaba ese cuaderno en su casa. Seguro hace mucho se le debió quedar a su amigo por error y por eso hoy se encontraba en sus manos.

Así estuvo con la mirada perdida en aquellas páginas durante algunos minutos hasta que sus ojos volvieron a llenarse de lágrimas con la lectura de una de las anécdotas.

Cumple 13 de mi talentoso amigo.

Aún no sé por qué en ocasiones te escribo como si fueras un diario,  pero es que no lo puedo evitar. Hoy es el cumpleaños número 13 de mi amigo Jimin y le tengo un regalo estupendo... Le hice una guitarra personalizada por mí que contiene nuestras iniciales... Estoy seguro de que le gustará mucho y le dará una gran utilización... Es un chico muy talentoso y me haría muy feliz escucharlo tocar está guitarra para mí todos los días de su vida...
...

Aquí estoy otra vez, el mismo día distinta hora pero la misma festividad.  Jimin casi llora con mi regalo... es un chico muy sentimental...

La hora de soplar las velas llegó tras eso y Jimin me obligó a pedir junto a él un deseo mientras la apagábamos juntos... no pude negarme, hoy es su día después de todo y él manda...

El muy tonto contó su deseo nada más sopló las velas y le expliqué que así no se cumplía... por suerte no le conté el mío a pesar de que me lo intentó sonsacar... De verdad deseo que se cumpla...

"Deseo que Jimin nunca deje de cantar"

—Ton...to —tartamudeó sin poder dejar de llorar—. Ese fue tu deseo y yo no pude cumplirlo —mencionó secando sus lágrimas con las manos.

—Meow —el gato quien se había mantenido en silencio decidió maullar llamándole la atención— Meow —repitió saltando sobre el estuche de la guitarra comenzando a caminar sobre él— Meow.

Tomando fuerzas Jimin cargó al gato encarándolo y este con delicadeza lamió su rostro quitando algunas pocas lágrimas que aún caían.

—¿Tengo que hacerlo por él verdad? —le preguntó al felino quien tan solo se le quedó mirando fijamente a los ojos—. Debo cumplir su deseo.

Jimin juraría que el felino le sonrió cuando lo depositó a su lado para poder tomar la guitarra en sus manos. Tomando aire suspiró acomodando el instrumento en sus piernas.

—Esta va por ti —dijo en un susurro antes de comenzar a acariciar las cuerdas de la guitarra sacándole el sonido.

Las notas y la delicada melodía comenzaron a inundar la habitación que antes se había encontrado completamente apagada y sin sonido. Aquella era la primera vez en que Jimin se llenaba de fuerzas y volvía a tocar un instrumento después de la muerte de su amigo.

{A mi Lado} Donde viven las historias. Descúbrelo ahora