Primero quiero presentarme. Me llamo __ y tengo 18 años. Vivía con mi madre en un pequeño pueblo. Trabajaba en un restaurante de comida rápida, ya que con el sueldo de mi madre pagamos pobremente la comida que comprábamos y algunos gastos, además que como era verano no tenía nada que hacer y tampoco es que tuviese muchos amigos cercanos.
En ese pueblo no había más que algunos bares, casas deshabitadas y algunos mercados. Pero, la verdad es que para ser tan pequeño y sencillo está muy bien apañado.
28 de junio
Hoy he ido a trabajar como de costumbre. Camino por el bosque mientras una agradable brisa quita el pelo de mi cara. La verdad es que no me agrada pasar por estos sitios, sobre todo porque por lo que he oído últimamente ha habido casos de desapariciones de niños en las últimas semanas, pero no me puedo fiar del todo de estas noticias porque en el pueblo suelen surgir muchos rumores y mentiras. Al llegar al trabajo me he encontrado con Noa , la echaba de menos.
- Ya era hora de que llegaras, se te acumula el trabajo – Respondió mi amiga Noa. Es una de mis mejores amigas, por no decir la única. – Lo siento, es que me he quedado dormida – Respondí con una gran sonrisa.
Hoy va a ser un día muy largo…
8:00 PM
Ya ha terminado mi turno. Ahora me dirijo a mi casa. Mientras me voy acercando a la zona del bosque siento un escalofrío. Después de un largo silencio se empezaron a escuchar unos gritos desesperados no muy cerca de donde me encuentro y pocos segundos después un disparo. Corro desesperada, deseando llegar pronto. De la nada siento como alguien me toma del brazo con fuerza y logro divisar a un hombre, el cual me tira al suelo y me pone una pistola en la cabeza. Ahora que lo veo mejor tiene una sudadera amarilla y una máscara blanca.
- Ni se te ocurra gritar – Me susurró.
Escucho como le quita el seguro a la pistola, mientras yo tiemblo como un cachorro y comienzo a llorar. Pero, de la nada aparece otro hombre. Tiene una sudadera amarilla como el otro y un pasamontañas negro con una cara triste. Los dos comienzan a forcejear.
- ¡HUYE! – Me gritó el hombre con pasamontañas.
Corro de ese sitio hasta que puedo ver a lo lejos las luces de mi casa. ¿Quién era ese hombre?