Capítulo 01.

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La alfa de cabellera castaña caminaba de forma apresurada por los pasillos de la escuela, se había levantado tarde una vez más para su desgracia. A este paso Tzuyu cree que se va a ganar una amonestación puesto que le dijeron que tres tardanzas justas y le avisaban a sus apoderados sobre la situación. Sin embargo, tampoco era su culpa, se la había pasado casi sin dormir por hornear galletitas para su compañera de clase, lo cual no le pidió pero aún así quería dárselas.

Un puchero se forma involuntariamente en sus labios mientras abrazaba con fuerza los libros contra su pecho, no quería que su papi le llame la atención otra vez, le hablaba con un tono duro y su nombre completo, y definitivamente a ella no le parecía ameno que le pase eso, todo lo contrario, lo odiaba. Entonces para el bien de su estabilidad emocional decide aumentar la velocidad de sus piernas, los pasillos encontrándose vacíos debido al tiempo que llenaban sus pensamientos, ella siempre ha sido una cachorrita demorona, su otro papi se lo paraba recalcando en demasía.

No obstante, muy bien sabe que podría aguantar un sermón de sus padres por cierta omega de cabellos negros, Minatozaki Sana para ser exactos. Hace un tiempo ha estado queriendo compartir tiempo con la omega a pesar de que esta se halle dispuesta a patearle con la mirada y arrancarle el hígado de un manotazo, sin embargo , tampoco buscaba rendirse tan fácil en estas dos semanas de trabajo para hacerse amiga de ella, mucho menos cuando en estos últimos días ha estado dando frutos su esfuerzo.

Como se han dado en anteriores oportunidades, Sana ya no la alejaba o le gritaba que se largue a molestar a otro, simplemente se quedaba callada con su revoltosa presencia los momentos que Tzuyu le ronroneaba en el salón de clases en los recreos para hacerle compañía a la misma vez que le regalaba un poco de su comida y calor corporal con abrazos, o cuando debían hacer grupos en dúo y Tzuyu le obligaba a aceptar aunque sea a regañadientes ya que no le quedaba de otra, claro, la alfa haciendo prácticamente lo que es decoración porque ella es más animada, no como Sana que solo sabe escribir con tintas oscuras y examinar información.

Estas dos semanas Tzuyu también se había dado cuenta que su unnie era algo diferente a ella, por no decir completamente. Pero eso no importaba, así se traten de una alfa chillona y una omega renegona se tenían la una a la otra y era eso lo que contaba. El puchero de hace momentos es reemplazado por una gran sonrisa, esa sonrisa de niña inocente que van de oreja a oreja y remarcan sus bonitos hoyuelos, siempre cuando recordaba a su "gran unnie" Tzuyu se sentía motivada para empezar el día, aunque la verdad es que siempre se sentía feliz, pero con Sana aún más.

El momento que dobla a la esquina, la alfa de cabellos castaños se percata de un letrero amarillo en medio del pasillo brilloso, pero por el apuro de la situación no le toma importancia y sigue de largo, casi corriendo sin freno alguno. Mala idea, porque choca con un cuerpo más pequeño y menudo que ella, resbalando inmediatamente a su vez, siente un peso encima suyo que la obliga a tragar amargo por el dolor que recibió en su retaguardia al amortiguar a la otra persona que aún no identificaba.

—¡Ay! —escucha un chillido—. ¡Fíjate donde caminas, cabrona de mierda! —y ahí estaba, reconoce esa voz tan dulce que cargaba palabras pesadas.

La sonrisa de Tzuyu de ensancha en ese momento, olvidando que sus libros ahora yacían tirados en el piso de manera desordenada en su costado, y tal vez sus hojas lleguen a doblarse por el duro suelo. Lo primero que hace es ayudar a la más bajita a levantarse, pues prácticamente se hallaba aferrada en su encima y por más que a la alfa castaña le gustaba el calorcito que le da la omega en un abrazo de susto, con el rostro hundido sobre su cuello, prefiere darle el respectivo espacio personal que siempre le recalca en sus encuentros. Así que no demora en incorporarla de un salto, segura de que si fuera un perrito su cola estuviera de un lado a otro por el entusiasmo que tenía al ver que no fue la única en llegar tarde.

¡soy tu omega, idiota! | satzu.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora