Copyright © 2021 Germán M. Ortega
Este pequeño relato, se lo dedico a ustedes, que leen mis historias. Gracias 🙏🏻 💛
¿Estás listo?
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¿Alguna vez has sentido miedo? Una pregunta curiosa, si lo miras desde muchos puntos de vista. Aquí va otra, ¿te gustaría sentir miedo? Seguramente tú respuesta es no, o por lo menos, la mayoría de las personas, tienden a no gustarles el miedo. Ambas preguntas, muy distintas, pero con un mismo mensaje; el miedo.
Green Valley es un pueblo tranquilo, como todo pueblo del condado: tiene su tienda local, su parque, un ayuntamiento, un hospital pequeño, un cementerio, una iglesia. Osea, en Green Valley puedes llevar una vida sencilla, sin estrés y sin miedo...
En el hospital hay una sala en especial, en donde se atienden a las personas que tuvieron un trastorno psicológico en el pasado. Ya sea debido a una guerra, a la ansiedad, a la depresión, al intento de suicidio...
—George... —dijo una enfermera, su cara estaba muy cansada—. Necesito que dibujes lo que oyes. ¿Me has entendido?
La enfermera se dirigía a un hombre de edad avanzada, unos sesenta años. Su cara estaba plagada de arrugas, los párpados de los ojos se veían caídos, el cansancio en ellos era obvio. Tenía el pelo ralo, canoso, la vejez había causado muchos estragos en su físico.
El hombre se limitó a asentir, con un breve gesto de la cabeza.
La enfermera, reprodució en una vieja casetera sonidos de animales. Primero fue un gato, y George dibujó un gato. Luego un caballo, George lo dibujó también. El sonido de una vaca se oyó después, fue el último, y George no tuvo problemas en dibujarlo.
—¡Buen trabajo! —dijo la mujer, su voz era falsa, no estaba alegre, más bien aliviada.
El hombre no hizo ningún gesto. Se quedó quieto.
—Mañana te darán el alta —dijo la enfermera—. Un placer haberte atendido, George.
El hombre no contestó, siguió mirando la mesa de aluminio fijamente.
A la mañana siguiente al hombre le dieron el alta en recepción. El hombre fue caminando hasta su casa, hacía años que no iba. Su casa, estaba en lamentable estado, las ventanas de cristal estaban llenas de agujeros. La puerta, estaba desprendida del marco y se encontraba muy astillada. Las termitas se habían apoderado de muchos muebles de la antigua casa. George no le prestó atención a nada de esto.
El hombre, cansado, tiró la bolsa en donde llevaba sus cosas en una esquina, y se dejó caer en la deteriorada cama. Muchos muelles se podían ver y el colchón estaba hundido en un costado.
La casa era pequeña, muy pequeña. Cuando entrabas, te encontrabas con una cocina sumida en las ruinas, los gabinetes estaban en muy mal estado y las puertas de ellos estaban descolgadas, aguantadas sólo por una bisagra. La nevera, estaba llena de óxido, el pasar de los años y la humedad, habían hecho su trabajo. El fregadero, no parecía funcionar, el grifo estaba aguantado con una soga gruesa.
Después de la cocina, a la izquierda, había un pequeño cubículo, era el baño, si es que a eso se le podía llamar baño. Era asqueroso, el inodoro llevaba años, quizás décadas, sin ser limpiado. En el suelo de la ducha, un moho verde viscoso, se extendía hasta la pared.
Frente al baño, estaba la cama donde George se había dejado caer, y un pequeño armario de madera, que también estaba consumido por las termitas. George dormía, no le importaba en lo absoluto el estado miserable en el que vivía, su vida al parecer ya no tenía mucho sentido.
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Sin palabras
HorrorRelato corto... Se cuenta la historia de un hombre mudo, que debido a su oscuro y perverso pasado, debe cumplir una condena, siendo custodio de un cementerio en las afueras del pueblo de Green Valley. Un suceso imprevisto, desencadena una serie de...