Él es de esos que te arrancan el corazón, lo envuelven de poesía y luego no permiten que te lo lleves. Es de esos chicos que te dedican cada canción sin saber que la única voz que quieres escuchar es la de sus buenos días, porque antes, todo era ruido. Que piden permiso para sentarse a tu lado y luego abordan tus sueños sin permitírselo. Se conforma con una cerveza al día, dos si es especial, tres si su cabeza da demasiadas vueltas, cuatro si se enamoran. Busca el peligro en las tardes de domingo y al llegar a casa y encontrarse con una cama fría, llora por no haber tenido los huevos de pedir que ella se quedara. Y en el tren, deja pasar andenes para que alguna extraña le sonría a través de un cristal. Juega con mi vida, la destroza y la monta, nunca le sobran piezas. Lleva media vida intentando encontrarse, sin parpadear para no olvidar los amaneceres de las calles de Madrid. Gira la almohada cuando tiene calor, y se emborracha las noches de frio. Su tabla periódica son los lunares de mi espalda. Y baila desnudo cuando es realmente feliz. Es toda la magia contenida en un sombrero.
