Capítulo 6: El largo regreso a casa (Parte 1)

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Mientras los habitantes de la isla se preparaban para pasar otra noche más, Endo y los niños continuaban su camino de regreso al Templo de los Hilos. Los tres atravesaron la aldea ante las miradas curiosas de las marionetas, se sorprendieron al ver como su príncipe y la hija de los capitanes ahora en lugar de mirarse con desprecio se sonreían mutuamente mientras caminaban bajo los suaves tonos del atardecer.

–Oye Jade, ¿puedo preguntarte algo?

–¡Claro! ¿Qué cosa?

–Pues...¿Cómo perdió tu papá su ojo y mano derecha?

La pelirroja llevó su dedo índice a los labios mientras pensaba su respuesta tratando de recordar la historia que su padre le había contado.

–Bueno, él me dijo que fue porque lo atacó un tiburón blanco. Pero no estoy muy segura.

–¿A qué te refieres con que no estás segura?

–Es que...cuando se lo pregunté recuerdo que mamá lo estaba mirando muy feo desde una esquina y  creo que se asustó.

Orión tragó saliva recordando las veces en que había estado en presencia de la poderosa mirada de la Capitana Mangle...aún no entendía como su padre o su madre no le tenían miedo.

–Pues tu mamá si es algo aterradora...¿a ti no te asusta?

–¡No!...Bueno sí, a veces.

Segundos después, ambos niños se echaron a reír. Podría decirse que ahora tenían algo más en común.

–¡Muy bien ustedes dos—los llamó Endo de forma amigable al acercarse volando a ellos—, se que están muy entretenidos charlando pero será mejor que se apresuren! ¡Se hace tarde!

–¡Sí Endo!—respondieron los menores al unísono para luego seguir caminando—

En ese momento, los labios de Jade formaron una sonrisa traviesa. 

–...Oye.—llamó a Orión susurrando—

–¿Qué?

–¿Quieres llenarle el nido de arena y cangrejos esta noche?

–¡JADE, TE ESTOY ESCUCHANDO JOVENCITA!

...

–¡Por fin, ya llegamos!—anunció Endo luego de aterrizar en el suelo, bajo el calor de las antorchas colgantes que alumbraban la entrada del templo—

–Gracias por acompañarnos Endo.

–No fue nada Orión,—respondió el pájaro bajando la cabeza respetuosamente—debo decir que estoy muy orgulloso de ustedes por haber resuelto sus diferencias. Sus padres se pondrán muy felices.

Jade apoyó su mano sobre una columna de piedra mientras trataba de recuperar el aliento después de tener que subir tantos escalones.

–¿Estás bien?—preguntó Orión poniendo una mano sobre su hombro. Sonrió aliviado al ver como la pelirroja asentía con la cabeza—

–Sí, lo estoy. Es solo que-—un gruñido proveniente de su estómago hizo que las mejillas se le pintaran de rojo—...tengo hambre. ¿Tu no?

El joven príncipe alzó los hombros desinteresado ante la mención de aquella palabra.

–La verdad no, hoy no estoy muy hambriento.

Jade alzó una ceja e inclinó su cabeza hacia un lado.

–¿"Hoy no"? ¿Las marionetas no comen todos los días?

–Casi nunca sentimos hambre—explicó su amigo dejándola aún más sorprendida—.

Marionetas y Piratas: Amor por la Libertad (Secuela)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora