III.

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Los ojos de Harry recorrieron su habitación. Eran exactamente 10 camarotes y, afortunadamente, él tenía el de abajo. Sus compañeros iban entrando de a poco y todos parecían ser más grandes y musculosos que él, haciéndolo sentir una hormiguita pisoteable. Aquello le recordó al frágil y lindo chico de ojos azules y sintió pena por él. Si Harry se sentía una hormiguita, el pobre chico se iba a sentir una bacteria.

Justo entonces él entro, jugando nerviosamente con su cabello y buscando su nombre en las tablas pegadas en los camarotes. Cada vez se iba acercando más, hasta que su carita se iluminó. Sus camarotes estaban uno al lado del otro, y de fortuna, el chico agarró el de abajo. Era el vecino perfecto.

Ese día les tomaron una foto de grupo. Harry se acomodó al lado del chico y cuando vio sus diferencias de portes decidió que guardaría esa foto por siempre.

War. (Larry Stylinson)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora