Finalmente había cumplido con su objetivo, a medias, pero lo había hecho.
Acabó con el clan que tanta infelicidad y desdichas le había generado a ella y a Mai, con sus propias manos y claro, con ayuda de su hermana. Quién dio sus últimas fuerzas recreando la arma maldita, despidiéndose en el proceso; dejándole también, su última voluntad.
Destruirlo todo.
Y eso hizo, mató como quien mata moscas y cucarachas a los miembros del clan que venían a ella con la intención de acabarla. Terminando rebanados y humillados, condenados al olvido y si existía un cielo y un infierno.
Entonces todos estarían ardiendo en el averno. A excepción de Mai, quien finalmente estaría descansando en paz.
Incluso había acabado con la vida de su madre, siendo piadosa al sólo cortarle la garganta.
Lo cual era irónico porque ella le dio la vida, y ella se la arrebató. Y ni siquiera dudó en hacerlo y tampoco sintió remordimientos al verla poner sus manos sobre el corte profundo que había hecho en su cuello y cómo en vano, trataba de parar la sangre.
Ni siquiera se volteó a verla, simplemente se marchó de ahí de la cocina y fue a dónde había dejado a Mai para marcharse del masacrado y extinto Clan Zenin. El que fue alguna vez, uno de los tres grandes clanes más importantes.
Y ahora, no era nada más que la burla.
¿Por qué?
Porque fue el miembro menospreciado y degradado por no poseer energía maldita su verdugo.
En el camino se encontró a la mejor amiga de su hermana, Nishimiya Momo. A quien le encargó el cuidado de Mai, yéndose tal como vino: En silencio.
Tal vez era gracias a la restricción celestial que casi no sentía la fatiga, tal vez era eso o simplemente no podía sentir nada.
Sólo iba a dónde sus pies la llevaban, con la mente en blanco. Como un autómata.
Ni siquiera reaccionó cuando Okkotsu la llamó o acercó a ella, con una expresión que mostraba preocupación.
¿Preocupación por qué?
— ¡Maki-san! — la llamó otra vez Yuuta, poniendo ambas manos sobre sus hombros, queriéndose hacer notar. Ella lo miró sin expresión, silenciosa —... Maki-san, ¿...Qué fue lo que pasó?
— Pasaron muchas cosas — respondió con la voz ronca, impasible. Miró la espalda que hasta ese momento no había soltado luego de recuperarla tras su pelea con Naoya —... No pude conseguir las armas, lo lamento.
Cuando volvió su mirada al rostro de Yuuta, le fue difícil comprender por qué se veía tan alicaído. O mejor dicho, no quiso saber la razón detrás de su expresión.
— Maki-san...
Lo sé Yuuta, me he convertido en un monstruo sin corazón.
— Dile a los demás que lo siento, por no conseguir las armas malditas — retiró con cuidado las manos de Okkotsu de sus hombros. No quería que se manchara con sangre de tan sucia basura.
— ¿A dónde vas, Maki-san?
Maki lo miró y luego desvió su mirada al horizonte.
— ¿A dónde...? — repitió la pregunta, como si no la hubiera escuchado —. Ni siquiera yo sé.
El silencio se instó sobre ellos, siendo sólo interrumpido brevemente por un «Maki-san» de parte de Yuuta, en voz baja, que sonaba consternado.
Y siendo honesta, no tenía ánimos de decirle que no se preocupara o entristeciera. Por lo que mejor decidió tomarse un tiempo a solas.
— Volveré — fue lo último que le dijo a Yuuta, dándose la vuelta. Marchándose de ahí, taciturna.
Si Yuuta le dijo algo, no lo escuchó y tampoco iba a pararse para preguntar.
No ahora que su corazón le había sido robado y con eso, la vieja Maki muerto.
Y aunque lo normal sería llorar, ya no podía hacerlo. Ahora era incapaz de eso.
(Su corazón había sido brutalmente destrozado y, no había reparación para eso).
-Traumada Taisho
Pues me leí el 152 y, eso...
La interacción de Yuuta y Maki la pueden interpretar como gusten. Después de todo, esto fue el punto de vista de Maki.
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We fall, we fall [Zenin Maki-centric]
Fanfiction[Viñeta/Semi-AU] Y Maki no iba a llorar. Ya no podía hacerlo. (Ya no tenía corazón).