❦Cruel❦

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El cielo se pintó de rojo.

Moribundo y sutil rojo que ha bañado las calles y su piel nuevamente, con la lentitud más desesperante y el dolor esparcido en cada recoveco de su memoria frágil. El crepúsculo ha nacido para morir, efímero y cálido, marchito pero siempre bello hasta el último suspiro que ha obsequiado a su soledad. TaeHyung admite que, a pesar de considerarse correcto en casi todo el sentido de la palabra, esperar a una chica que parece no conocer de su existencia es ridículamente extraño (muy creepy).

Pero de cierta forma, él no se culpa por tal acción (al menos, no del todo), porque Kim Jisoo era como un universo privado, un cosmos acrisolado que resplandecía en su imaginación perpetuamente embebida de ella y la belleza que lo había condenado con facilidad a sus pies, ¿quién era capaz de no caer en tales encantos? TaeHyung ha estado detrás de ella desde que entró a aquella prestigiosa academia, y si bien fue su belleza y gracia lo que lo capturó cual avecilla ingenua, limitarse en ese aspecto tan lacónico le enfadaba. Había algo más, algo que Jisoo resguardaba muy bien bajo su sonrisita de ángel.

Kim Jisoo tenía un no-sé-qué, que lo envolvía en adicción, una letal y asfixiante que recorría todo su cuerpo, desde la punta de sus pies hasta su cabeza.

Ah... Cómo le odiaba, ella era tan bonita, la niña de los ojos más dulces, así como la azúcar, así como la aurora que sonrojaba el manto célico e inconmensurable. Jisoo y todo su ser era arte, algo inalcanzable pero que nunca se cansaría de mirar... Sólo que en esos momentos, en ese preciso crepúsculo el cual bañaba los salones y hacía de su sombra crecer, era doloroso.

Y es que Jisoo es preciosa preciosa preciosa, tanto que a TaeHyung le arde en las entrañas verla rogando por alguien que simplemente no era especial (así como él). No entendía nada de ella, no entendía su absurdo romance por el presidente de la clase, Kim SeokJin, ¿qué tenía ese bastardo que no tenga él? ¿es que la ninfa de sus sueños estaba cegada por la ignorancia? Oh, Kim TaeHyung no odiaba a Jisoo, odiaba al rubio de mierda que fingía desconocer la tierna mirada de su niña enamorada ¡Sacrilegio!

—Maldito con suerte.— masculla fúrico. Jin jamás la amaría, de eso estaba seguro, pero Jisoo... Jisoo parecía ser la amante eterna de un idiota.

El cielo se pintó de azul.

Hermoso y dulce azul manchado de blancas nubes viajeras. El tiempo desde aquel día ha pasado aterradoramente veloz, casi ni lo ha sentido, pero en ese lapso de días, TaeHyung demuestra que ya no es un erudito, mucho menos un genio.

Kim TaeHyung es un idiota.

Sí, así él mismo se ha definido, pues a pesar de odiar con todas sus fuerzas el participar en actividades que sólo le hacen perder su tiempo, está bien acomodado ahora en el comité estudiantil, donde sigue las propuestas del bastardo de SeokJin, pero está feliz porque Jisoo está a su lado (y mientras ella se quede allí, TaeHyung y su idiotez podrán ser felices).

Nunca creyó que eso le ayudaría tanto, porque al fin ha entablado más de una conversación con la niña que ocupa gran parte de su mente. TaeHyung la hace reír, la ayuda y también la acompaña a casa, cuando el cielo llora y solo hay un paraguas. Siente que ha progresado mucho, que ella le quiere aunque sea un poco, sólo que hay un grave problema que le afecta (y también le beneficia).

Porque Jisoo ya no solo mira a SeokJin, sino que también a Lisa.

SeokJin y Lisa tomados de la mano.

Cruel [TaeSoo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora