Parte única

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-Si tan solo... pudiéramos ir al festival de las linternas otra vez.

Palabras soñolientas y cargadas de un gran significado, salieron de los dulces labios del que descansaba en su regazo. El sonido fue casi ininteligible, fue un susurro inconsciente, un deseo lanzado al aire sin esperanza de cumplirse, pero él lo había escuchado. Atinó a sumergir sus dedos en las hebras azules del emisor, enredándolas y desenredándolas, en un paulatino movimiento lleno de cariño. Ya estaba dormido y por lo tanto, los sentimientos que quería transmitirle mediante sus acciones eran en vano, por lo que al menos, esperaba que pudiera disfrutar de una maravillosa siesta.

Su mirada llena de miel cuando se posaba en la belleza durmiente, se desvió hacia algún punto fijo luego de un buen rato y la sonrisa tan embobada que solo a su acompañante le dedicaba, se deformó en una seria expresión. Sus pensamientos volaron, ¿es así como él realmente se sentía? Lo conocía bien y ya había estado sospechando que tras su "todo está bien, Chongyun, no debes preocuparte"; habría algo más, que como siempre, había decidido guardarse para él mismo. Xingqiu siempre fue de esa manera. Y seguramente debía pensar que lo tenía bien oculto a los demás, pero al menos a Chongyun, no podía ocultarle nada.

Se habían conocido de casualidad cuando eran solo niños y el romántico de Xingqiu decía que fue el destino, mientras que Chongyun solo podía pensar que sin importar cómo sucedió, era lo más hermoso que pudo haberle pasado. Mientras recordaba cada detalle de su historia juntos, no pudo evitar volver a poner esa sonrisa de bobo tan característica suya. Habían empezado como simples amigos y en algún momento, su vínculo se fortaleció al punto de tomar por sentado la compañía del contrario. Para los espectadores de su amistad, les resultaba raro ver a uno sin el otro y es por ello que cuando oficializaron una relación amorosa, nadie se sorprendió.

Para Chongyun, enamorarse de Xingqiu fue un proceso tan largo, tan natural y se sintió tan bien, tan correcto guardarlo en su corazón, atesorarlo con calidez allí, que pareciera que hubiera nacido sólo para eso. Entonces, no sintió la necesidad de exteriorizar todo lo que sentía, porque así como estaba, ya estaba satisfecho de por vida. Era feliz siendo el amigo de Xingqiu, viéndolo crecer y superarse cada día, escuchándolo hablar sobre sus libros o de cualquier otra cosa, apoyándolo en sus mejores y peores momentos. Era feliz cada que él le sonreía, cada que él le confiaba sus mayores secretos, cada que él lo abrazaba o lo tomaba de la mano. Adoraba observarlo desde su posición de su mejor amigo y lo admiraba por tantas cosas, que nunca terminaría de decirlas. Simplemente, quería estar siempre a su lado.

Sin embargo, no le era desconocido el afecto que el de ojos ambarinos le tenía. Ambos se querían y sin la necesidad de una confesión, ya lo sabían. Es por eso que su existencia se le tornaba tan maravillosa, porque sonaba tan a cuentos de hadas, tan incoherente, tan irreal; que tenerlo a su lado lo hacía valorarlo más que a nada en este mundo. Deseaba su felicidad por sobre todo y se había prometido a sí mismo que haría lo que sea por mantenerla, así que el día que Xingqiu se atrevió a dar un determinante paso y le pidió que saliera con él, Chongyun vio la oportunidad perfecta para hacer cumplir su palabras y ahora, como su compañero de toda la vida.

Desde ese día, no mucho cambió. Habían actuado como una pareja desde el día que su amistad se fue fortaleciendo y lo único que causaron fue alivio entre sus allegados, que habían esperado ese momento desde el inicio. Solamente, que desde allí empezaron a hacer más cosas de "pareja". Entiéndase por ello citas formales, objetos a juego, regalos hasta por el día del hilichurl y un sinfín de cosas más. Al de cabellos celestes solía avergonzarle, solo a veces, pero olvidaba toda pena al ver la deslumbrante sonrisa de su amado, que le hacía ilusión aquellas cosas que había leído en novelas de romance.

Habían pasado por tanto, por alegrías y por tristezas y prácticamente crecieron uno al lado del otro, así que se conocían mejor que nadie. Teniendo, tal vez Chongyun, una ventaja. Sucedía que Xingqiu hablaba hasta los codos y por lo tanto, su manera de expresar su amor era mediante todo tipo de cursilerías; mientras que Chongyun era más de hacerlo mediante contacto físico. Gracias a su dinámica, durante las largas horas del de corte asimétrico hablando de un nuevo libro, el peliceleste había llegado a memorizar pequeños detalles suyos. Lo había observado toda la vida, no era algo inusual que notara cuando mentía.

Dulce como la miel, amargo como la adultez | XingYunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora