RASTRO PROFUNDO || dua lipa.

01

Una hora, dos horas, y quizás media más. Hasta que por fin escucho los pasos de mi madre por el pasillo, me siento en el borde de la cama hecha una bola de nervios y ansiedad, la curiosidad por saber qué sucedió con la cría me carcome por dentro. Juego con un mechón de cabello que cae en mi cara tratando de canalizar mis emociones, pero no hacen más que empeorar a medida que mi madre se acerca.

- ¿Stunning? -Pregunta una voz abriendo la puerta lentamente, pero no es mamá, es Anesa. En sus brazos trae a su bebé, esta tiene el cabello de dos colores. Nunca había visto a cachorro así, la capa superior de su pelo es rubio, y por debajo es un bonito castaño oscuro.

No me atrevo a contestar. Después de todo, no la conozco y no me gustan los extraños. Retrocedo en la cama buscando disimuladamente alrededor de la habitación un lugar en el cual esconderme o escapar. Pero por más que intente no ser evidente, su mirada fija en mí me dice que ya sabe de mis intensiones, sería inútil tratar de huir siendo ella una loba adulta de gran porte.

- Oye, no tienes por qué temer -Dice con un tono dulce que me invita a creerle, incluso se me hace conocido de algún lado-. Escucha, tu madre me pidió que te cuidara mientras tu padre y ella están fuera -Explica sentándose a mi lado, la bebé abre los ojos en ese momento y puedo admirar el tono café que estos cargan-. ¿Quieres cargar a Dua? -Analizo la situación severamente. "¿Y si se me cae?", es mi primera preocupación, mi instinto me dice que debo hacer lo posible porque no reciba ningún daño.

Niego a la par del pensamiento, no me atrevo a tocarla siquiera. Desvío la mirada al piso, con la mente trabajando a mil. ¿Cómo hizo para transformarla? ¿Por qué la tuvo siendo un lobo, si la tendría que transformar luego?. Anesa suspira incómoda, acomodando algunos mechones de la criatura en sus brazos, acariciando sus mejillas rosadas provocando unas suaves risas de ella. Es tierna, nadie podría negarlo. Otro suspiro, y comprendo que debo decir algo antes de que la mujer se ponga aún más incómoda, a lo mejor he estado siendo demasiado borde sin razón alguna. Me exprimo el cerebro en busca de algo que decir, y solo se me ocurre una pregunta:

- ¿Por qué "Dua"? -Murmuro mirando a las dos de reojo.

- Bueno, "Dua", significa amor en mi idioma natal.

- ¿Idioma natal? ¿Usted viene de fuera? -Frunzo el ceño y ahora si la miro-. ¿Qué hay allá afuera? ¿Es cierto que los humanos son criaturas despiadadas que se divierten del dolor de otros? -Y allí comienza mi verborrea, Anesa ríe ante mis preguntas y, como si la bebé pudiese comprender mis palabras, ríe también. Aunque puede ser por nuestros gestos, lo tomaré como si comprendiese a qué me refiero.

Justo cuando estoy por obtener respuestas, la vista se me nubla y la presión que ya de por sí era grande aumenta, como si el mismísimo Alfa me estuviese aplastando las costillas en su forma lobuna. La respiración se me entrecorta y de un momento a otro hay árboles gigantescos a mi alrededor, también dos o tres lobos heridos, casi agonizando. Reconozco su rango por el poder que emanan, son los guerreros de la manada, formalmente llamados "Zeta's". Mi madre me había contado antes sobre ellos, dice que cuidan las fronteras de los ataques enemigos y que son casi invencibles.

"Casi...", pienso para mi misma. "¿Cómo llegué aquí?".

Dos lobos de gran tamaño sales de entre las sombras, parándose delante de mí. Pero no siento su mirada, es como si me traspasaran, como si no me viesen allí. Se gruñen entre ellos, emitiendo otros sonidos y moviendo las orejas, bajando la cola y la cabeza cada tanto, debe ser así como se comunican entre ellos una vez transformados. Al no ser un lobo aún, no puedo entender lo que dicen, pero la sensación de que no es nada bueno crece lentamente. Viendo sus ojos opacos, sus pelajes sin brillo y cicatrices repartidas por sus hocicos, una hipótesis me golpea de repente. "Rogues..."