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—  No tomaré tu porquería.

—  Son supresores y analgésicos Tim, por un demonio ¡Trato de ayudarte! ayudarnos... esta mierda puede matarnos.

Y aún cuando Toby casi le suplico a Tim que recibiera las píldoras, este se negó. Ni siquiera podía acercarse para llevarlo a un hospital porque lo amenazó con gritar y lo que menos necesitaba ahora era a la policía.

Sin mencionar que su paciencia se estaba por romper con el olor amargo que salía del omega, revolvía por completo sus sentidos haciendo que las náuseas casi fueran insoportables. Estaba a punto de enfermar si es que a este punto no lo habia hecho ya.

Ya no tenía ideas, no quería tener que usar la voz para ayudar a Timothy.

— Basta. Solo tomate esto y me iré a la sala hasta que estés más calmado. — Insistió.

Jamás se sintió cómodo con poner a prueba su rango, mucho menos con algo que pusiera este tipo de sumisión en alguien más.

— Vete a la mierda Rogers, esto es culpa tuya.

Toby simplemente ignoró ese bombeo doloroso en su pecho y contuvo el gemido dolorido de su animal. Al menos su lobo sabe que lo intento por las buenas.

Pudrete Tim. Si quieres seguir muriendo con esta porquería es tu problema pero no lo hagas mientras trato de cuidar de ti, ahora toma las malditas pastillas.

Y entonces Toby esta seguro de que vio a Tim encogerse en su lugar un poco antes de sentarse con la cabeza agachada y las manos extendidas, donde Toby dejó las píldoras. Casi estuvo seguro de escuchar un jadeo de Tim debido al peso en las palabras que era capaz de robarle el aire y dejarlo temblando como un niño asustado por una pesadillla.

Odiaba esto, odiaba la frustración de no poder arreglarlo y ahogarse por el rechazo que sentía su lobo, inevitablemente se estaba envenenando en una tristeza ajena.

• Hated by Life • [ TicciMask ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora