Mis Lentes de Rosa

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Los recuerdos y memorias solo son alegres o tristes dependiendo de que lentes usemos al mirarlos. En mi cuarto siempre hubo un lugar designado para guardar memorias y objetos significativos en mi vida: la mesita de luz. Debajo del cajón es donde deberían ir los zapatos, pero en vez lo hice un lugar en el cual guardar recuerdos. Dentro de allí estaban las fotos con mi mejor amiga, una carta que me escribió otra amiga basada en mi libro favorito del momento, un suvenir que me dio mi abuela de cuando fue a Europa y muchísimo más.

A pesar de contener no más que recuerdos felices de mi vida, siempre me generó ansiedad abrir esa puerta. Nunca he logrado abrirla y mirar las fotos sin previamente haberme preparado para observar esas memorias. Siempre me dio miedo mirarlas sin los lentes de rosa que usaba cuando esos momentos tan alegres se generaron. Por eso nunca me fue fácil abrirla.

Una noche, cerca de las tres de la mañana ya que me había quedado en la computadora editando una canción grabada ese día, entré a mi cuarto a ver de la puerta salía un extraño brillo dorado. Me acerqué curiosa, dejando mi mochila en la cama antes de acercar mi mano y sentir un increíble frio surgir mi cuerpo al tocar el brillo dorado que se asomaba. Quité mi mano inmediatamente, queriendo abrirla, pero estando consumida de temor de que estaría detrás de ella. No era extraño sentirme nerviosa al acercarme, pero este sentimiento era completamente nuevo. Era una mezcla de curiosidad y ansiedad, mi mente rogándome a dejarla cerrada y dormirme como haría cualquier otra noche mientras mi instinto me gritaba a que me dejara consumir por ese frio del cajón.

Me senté frente la puerta un rato, apagando la luz de mi cama para mantener a mi familia dormida. Debatí una y otra vez con los mismos argumentos el sí abrir o no el cajón. Me di un leve golpe en el costado de la cabeza, quitándome de aquel debate mental antes de acercar mi mano devuelta. El frío consumió mi cuerpo devuelta, dejándome quieta por unos segundos antes de que me animé a tomar la manija del cajonero y abrirlo. El brillo dorado resplandeció por mi cuarto, dejándome ciega por unos minutos.

Cuando pude abrir mis ojos y mirar con claridad, me di cuenta que ya no estaba en mi cuarto. Me encontraba en un negro infinito, distintos portales llevando a las distintas memorias que guardaba en el cajón. Caminé y caminé, mirando los distintos momentos con cierta distancia y frialdad, a pesar de sonreír con nostalgia.

Me acerqué a uno de los portales, viendo a una yo más pequeña, teniendo unos doce años y mi pelo largo atado en una colita. Estaba en la casa de una amiga del momento, jugando al juego de la oca. Miraba como cantaba y reía con mis amigas, la primera vez que sentí suficiente comodidad para ser yo misma sin tener miedo a que me juzgaran. Sonreí cálida, apoyando mi mano levemente en el contorno de aquel portal cuando vi como mi yo más pequeña me miró a los ojos. Al verme, inclinó su cabeza apenas para un costado confundida, antes de sonreír leve y volver a la charla con sus amigas. Me había sorprendido cuando la vi mirarme a los ojos, sus ojos llenos de calidez y a la vez curiosidad. Cuando volvió al momento con sus amigas fue cuando me alejé de aquel portal.

Volví a caminar por aquel lugar, nombrándolo "el cajón" ya que no sabía cómo mas describirlo. Camine por un rato hasta que otra memoria me llamó la atención. Esta vez fue en unas vacaciones de verano, dos años después de la memoria anterior. Ya tenía mi pelo corto característico, y estaba actuando de noche con un grupo de amigos para ganar una competencia. La actividad consistía en armar un sketch de comedia que resumiera lo ocurrido en el campamento.

Me acuerdo aún cuanto nos habíamos explayado con mis amigos en ese sketch, basándolo en un misterio mientras cambiábamos de ropa rápidamente para interpretar distintos personajes. Pero, más que nada, me acuerdo de lo satisfactorio que fue ver como el público reía, interactuaba, aplaudía y más. Me acuerdo de lo feliz que me había hecho ver como disfrutaban del sketch, a pesar de no durar más de diez minutos. Sonreí y aplaudí con el público cuando terminó el show, viendo como mis amigos y yo hacíamos una reverencia antes de sentarnos con ellos y darle lugar al próximo grupo. Cuando me alejaba del portal, fue cuando escuche a mi yo más pequeña llamarme. La miro sorprendida devuelta. ¿Acaso es que me podía ver a través de las memorias?

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⏰ Última actualización: Aug 03, 2021 ⏰

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