Capítulo 4 - Mejor

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Capítulo 4 - Mejor

Antonio estaba sentado tan cerca de él que sentía como sus hombros se rozaban. Ambos se habían acomodado en uno de los viejos bancos de madera de la iglesia, pero habían pasado unos 5 minutos y Antonio no había abierto la boca, sólo miraba el fondo de la iglesia con la mirada totalmente perdida. Probablemente estuviese pensando en qué decir, pero para Arthur cada exhalación de aire del moreno implicaba una nueva tensión en sus hombros, como si cada respiración fuese una piedra sobre los hombros del británico.

Arthur apenas escuchaba su propia respiración perdiéndose en el cargado aire húmedo de la catedral. La mirada de Antonio seguía perdida tras 8 minutos de estar sentados, no parecía estar mirando ningún punto en concreto.

Tal vez estuviese mirando a la cruz que pendía a pocos metros de ellos, pero Arthur lo dudaba.

-El tiempo pasa. – dijo Antonio, vocalizando cada palabra, como si le estuviese explicando algo complicado a un niño -. Vamos dejando atrás muchas cosas. Cosas que a veces no queremos dejar. Otras veces esas cosas se van y nos vemos forzados a aceptar la soledad.

Arthur se giró e inmediatamente se dio cuenta de que debía de haber hecho una cara muy rara ante el comentario de Antonio porque el español soltó un prolongado suspiro.

-A ver, en el pasado, tuve tanto en mis manos que no pude proteger a nadie – explicó mirando de reojo la tumba de Catalina -. Ni siquiera pude protegerme a mí mismo. Seguía ordenes, que podía cumplir o me podían ser forzadas. ¿Qué quise hacer todo lo que hice? No, aunque tampoco puedo decir que todo lo que hice fue porque me obligaron.

Antonio tomó una bocanada de aire y presionó su espalda contra el banco.

-Lo que intento decir es que entiendo nuestra situación- prosiguió el moreno, gestualizando con las manos -. No te odio, puede que lo parezca, puede que una parte de mi lo haga, pero yo no te odio.

-La mayor parte del tiempo- añadió Arthur.

-La mayor parte del tiempo- Antonio estuvo de acuerdo con Arthur y su risa hizo que el rubio se sintiese más cómodo.

Tan pronto el eco de la risa de Antonio se desvaneció entre las paredes de piedra un silencio sepulcral volvió a envolverlos, esta vez no era incomodo, sino que se asentó sobre los hombros de Arthur como una manta que lo arropaba, ya no había piedras.

- ¿De qué te arrepientes?

-Sería más fácil contestar diciendo las cosas de las que no me arrepiento- respondió Antonio con una sonrisa ladeada.

Arthur miró hacia el suelo, luego levantó la vista para mirar Antonio. Rozó con sus dedos el hombro del moreno llamando su atención y sus ojos se encontraron con el mar de esmeraldas que eran los ojos de Antonio, tan parecidos a los suyos, pero tan diferentes.

-Me arrepiento de hacerte daño innecesario.

Silencio.

-Yo también- dijo finalmente el moreno.

-De verdad.

-Lo sé.

Antonio apoyó sus manos en sus muslos, apartando su espalda del banco de madera. Volvió a mirar a Arthur con sus ojos esmeralda, estaban brillando, como casi siempre, como si fuese un niño intentando resolver un misterio.

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⏰ Última actualización: Aug 04, 2021 ⏰

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My thoughts get lost in your thunder (SpUk)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora