Imperio siempre ha sido un hombre de gran atractivo, tan encantado de siempre recibir atención hasta que un chico no parece tan interesado en él.
Arrogante ante tal situación, trata de atraerlo a cualquier costo.
Por desgracia no parece ir como el q...
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La suave melodía de fondo ambientaba el elegante lugar. Las paredes teñidas de un rojo vino combinaba con la vestimenta de las presentes parejas que se encontraban en medio de la pista, siendo bañados por la ligera luz de los reflectores algo antiguos.
Él sostenía una copa de champagne, su gran porte masculino lo hacía visiblemente atractivo, era algo inexcusable no sentirte cautivado por su sola presencia. Inclusive si eras un varón.
Y lo sabía, le encantaba sentirse tan superior. No dudaba en coquetear con alguna hermosa damisela que se pusiera en su camino, no le importaba mucho pues naturalmente los lazos entre ambas partes se veían cortados casi de inmediato cuando él se iba sin decir más.
Pesé a que casi inmediatamente se sintió molesto, su instinto le decía que alguien de todos los presentes no se sentía tan seducido por él. Alguien que ni siquiera le había dirijido la mirada, su ego le decía que debía capturar la mirada de aquel chico.
Lo notó casi de inmediato, era demasiado precavido como para saber la cantidad aproximada de quienes estaban allí. Sentía algunas miradas sobre él, excepto que nunca sintió la del chico nuevo que había entrado.
No se veía tan llamativo, el extraño se había sentado a su lado, ordenando al barman una copa de uno de los vinos más finos que habían en el establecimiento.
El hecho de que el joven haya ordenado un vino tan exquisito, hizo que al instante su atención se viera caída sobre él.
— Usted posee gustos muy peculiares.
Habló sin titubear, moviendo su copa como si se tratara de un manso océano que no quisiera perturbar con un movimiento súbito. Finalmente dirigió la frialdad de aquel cristal hacia sus labios, dando un calmado sorbo haciendo que el líquido semi amargo humectase sus labios y en suma bajara por su garganta.
El chico que se había mantenido en silencio después de su pedido; lo miró expectante unos segundos, prontamente en sus labios se plantó una sonrisa reducida.
— Quizás, solamente disfruto de la magnífica huella que este líquido puede dejar en mí.
Oh, justo a tiempo. Una botella junto a una copa fueron dejadas sobre la barra, atrayendo la atención del dichoso joven. Parecía que haber entablado unas cuantas líneas con el contrario no había afectado ninguna de sus emociones.
Imperio rezongo en sus adentros, quizás su alto ego no le permitía dejar pasar aquella falta de atención hacia su persona. Necesitaba satisfacer aquellas infernales necesidades de obtener la atención del contrario.
Dramáticamente podría decir que su ego se vería completamente pisoteado por aquellas desinteresadas reacciones del extraño. Sería como un puñal clavado en su espalda que estaría con él hasta el último día de su mortal existencia.
Carraspeo la garganta en señal de atraer la mirada de su "compañero" de barra.
— Sería placentero para mí poder conocerle. Un gusto, mi nombre es Imperio Español, pero usted puede solamente llamarme Imperio.