El Dragón que ama al Humano.

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Seungmin miraba la gran alegría del pueblo al adornar los alrededores del lago del sacrificio, el día de la boda de nuevo llegaba, pero a pesar de la felicidad del pueblo y los sabios, el día tenía cierto aroma a tristeza, las nubes reflejaban la negación del joven príncipe Han.

—Te ves muy apuesto, —halagaba Seungmin a su hermano adentrándose en la habitación del menor, —pero tu rostro dice que algo está lastimándote, Jisung ¿Qué pasa?

El menor negó sin saber cómo decir cuál es su aflicción.

—Hace semanas deseabas esta boda más que yo, —recordaba.

—Hace semanas no tenía idea de que existía un dragón, —replicó el menor.

—¿Tienes miedo? Dijiste que estaremos bien mientras nadie cante la canción del ritual. —Jisung negaba de nuevo a las palabras de su hermano.

—Se llama Minho, —dijo con un tono suave y pacífico, —él puede transformarse, no quería hacerme daño, me cuidó todos esos días y yo...

¿Hablas del dragón? —Jisung asintió, Seungmin tuvo que sentarse en la cama para procesar con calma, sus instintos y le daban una ligera sospecha.

—Siempre me trató como si tuviera miedo de hacerme daño, yo...

—Te enamoraste de él, —afirmaba Seungmin, pues reconoce perfecto el sentimiento reflejado en los ojos de su menor, él también está enamorado de un imposible, —sea cual sea tu decisión, tiene mi apoyo sin condiciones, —aseguró acariciándole la mejilla antes de dirigirse a la puerta y salir de la habitación.

Jisung lo miraba con gratitud, pero no hay nada más que hacer, en un par de horas tomará la cuerda entre sus manos y jalará la canoa de su prometida hasta el altar donde unirán sus vidas para ser los gobernantes ideales de Ethar.

Pero su necio pensamiento no se aleja de la brillante sonrisa del varonil pelinegro de ojos oscuros y voz cálida, aquel que no necesitaba tocarlo para hacerlo sentir intensamente feliz.

Los segundos parecían demasiado cortos cuando la hora del ritual se acercaba.

En cuanto Seungmin llegó a su habitación de nuevo supo que no había vuelta atrás, caminó entre los habitantes del pueblo hasta el altar, la cuerda de la canoa ya se encontraba atada en el pilar del muelle, igual que la primera vez, el pueblo alzó gritos eufóricos hasta que el rey indicó silencio, esa era la señal.

Jisung tomó la cuerda entré sus manos y jaló, la canoa se movía a su dirección, pero con cada movimiento de sus manos su corazón gritaba detenerse.

Un sentimiento de agonía le atravesó el pecho y la necesidad de ver a Minho lo dejó inmóvil. Soltó la cuerda y cerró los ojos. Su pensamiento viajó de nuevo por las vagas imagines del joven dragón, abrió los ojos y el miedo casi lo acorrala.

Los ojos del pueblo estaban en él, los abanderados lo miraban con severidad, su padre solo denotaba confusión, y al encontrar la mirada de su hermano mayor el alivió lo rodeó, Seungmin le sonreía con orgullo, su expresión decía que cualquier cosa que decidiera estaba bien y Jisung se aferró a eso.

Su voz elevó la canción prohibida al cielo, llamando una vez más a su amado dragón.

Fue antes de nuestros tiempos, ya no quedaba ni tierra ni polvo. Nada.

Todo se ha olvidado. Lo que no era real, se ha vuelto verdad. El frío río y el agua congelada de nuestro hogar.

En cada verso se revelaban sus esperanzas, su anhelo por ver al dragón de nuevo.

❥ Drakon.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora