✦chapter four.

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Muerde, por veinteaba vez en lo que va de la hora, la goma de su lápiz con excesivo nerviosismo mientras relee sus respuestas finales. Decidido a no hacerlo apenas hubo puesto un pie dentro de esa aula, Jungkook ahora rompe su propia promesa implícita revisando sus respuestas, lo cual no le trae otra cosa que malestar estomacal y demasiada desconfianza sobre sí mismo. 

"Ya está, terminó." piensa, mirando el reloj sobre la pizarra de gis en la pared frente a él. "Dos minutos, es todo, Jungkook, en dos minutos te vas a la mierda de aquí." se repite, tratando encarecidamente de no contar los ciento veinte segundos que lo separan de la libertad. 

Al tipo a su derecha se le cae el bolígrafo y Jungkook siente cada vello en su nuca erizado del susto. Tan sólo de escuchar ese ligero golpe, ya había crispado los dedos en el lápiz. 

"Deja de ser un histérico."

La manecilla avanza, torturando al pelinegro con su horrible lentitud. Un minuto, un minuto menos y eso sería todo.  

—Abajo los lápices. —anuncia la supervisora, con los codos sobre la mesa y el índice deslizando con elegancia las gafas sobre el puente de su nariz. —Se acabó el tiempo. 

Jungkook toma aire, sujetando de la esquina inferior izquierda el montón de hojas para ponerse de pie y dejarlo en el escritorio de la supervisora. Una fila de estudiantes se forma a su espalda: unos más angustiados que otros, mientras caminan como reces al matadero. 

Jeongguk en algún momento fue de esos: asustados peleles que caminaban al escritorio con la angustia y la resignación al fracaso en medidas exactamente iguales. Pero ya no más, no después de meses de estudiar y realmente esforzarse para obtener una calificación aprobatoria en los extraordinarios. 

Su pase de salida de ese maldito pueblo estaba a milímetros de distancia y maldición, se sentía realmente bien.

Apenas pone un pie fuera del aula, puede respirar de nuevo aire que no huele a desesperación y viruta de borrador. Choca los costados de sus botas en un tic insistente, mientras pasea la mirada al rededor del amplio y vacío patio de escuela. 

Demasiado vacío para su gusto. 

Jeongguk suspira, con dedos entrelazados detrás de la cabeza y estira su cuerpo hacia arriba, tratando de entretenerse en el crujir de su cuello y no en el hecho de que espera a alguien. Alguien que debería estar ahí.

—Si sigues tronándote así los dedos, vas a quedar reumático. —Seokjin llega desde atrás, agachándose a la altura del mayor para hablarle cerca del oído. 

—Creí que te habías ido. —con ceño fruncido y una postura amenazante, Jungkook encara al menor. 

—No te dejaría, aunque me recibas así de feo. —bebe de su jugo en cajita, con un encogimiento de hombros y una sonrisilla en los labios. —Hola. 

—Sí, vámonos. —Jeon avanza sin esperarlo y a Seokjin no le causa otra cosa que gracia, cuando camina detrás del molesto pelinegro. 

—Claro su alteza. 

Salen del colegio a la fría mañana, revestidos de una chaqueta de cuero y una amplia sudadera respectivamente, caminando uno mucho más rápido que el otro pero para Seokjin no es problema con las largas piernas que posee seguirle el paso al, aparentemente, resentido. 

—¿Me vas a ignorar? —y efectivamente, lo ignora. —Vamos, Gguk, sólo fui a la máquina expendedora. 
 
—No te estoy ignorando, animal. —Jungkook habla entre dientes, volteando a penas a ver al menor detrás suyo. —Trato de salvarte el culo. 

Rude Boy || GgukJin ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora