Yo Parte 1

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Aquí estoy, viendo cómo pasa la vida ante mis ojos como si de ráfagas se tratara. Esa sensación tan escalofriante en la que tienes los ojos abiertos pero ves mil fotos mentalmente de los últimos 7 años.

Me encontraba estática frente al espejo de mi minúsculo cuarto de baño y con las manos apoyadas en el lavabo, llevaba al menos 10 minutos en esa misma postura, empezaba a notar el leve hormigueo que se genera en los pies cuando la sangre comienza a pasar y tú no haces nada por facilitarle el trabajo. Respira hondo, me decía mi voz interior. Hice un amago por hacerle caso, pero mis pulmones planearon que era mejor no moverse en ese momento, ¿un bloqueo fisiológico? Podría ser, pero como podría respirar bien con lo que acababa de pasar, me acababa de dejar Luca. Sentía rabia y dolor al mismo tiempo. Rabia; esa que se apodera de ti y arde hasta que quema, que para poder apagar ese calor interno solo quieres venganza. Dolor; ese en el que sientes un vacío tan grande en el pecho que crees que tus pulmones han decidido abandonarte cuando más los necesitabas. Mi cabeza no paraba de darle vueltas a una sola idea, lo cual eso hacía que la "Señora Rabia" y el "Señor Dolor" le cogieran cariño a mi cuerpo y no quisieran marcharse. ¡Había otra! No me cabía duda. Comencé a tiritar y el "Señor Dolor" que habitaba en mí, provocó que mi corazón bajara hasta mi estómago, parece que ahí abajo tendría más sentido. Quizá este es el resultado de cuando te rompen el corazón; se cae en pedazos y comienza a latir en el estómago. El estómago comienza a sentirse incómodo porque hay un intruso y comienzan los vómitos. Los tiritones del principio se convierten en grandes escalofríos y sin corazón para regular el ritmo cardiaco la "Señora Rabia" aparece en escena ya que el "Señor Dolor" ha hecho demasiado por ahora. La rabia se apodera de ti, te consume por dentro. Y tras sentir tanto dolor solo piensas en una cosa: Venganza. Pero... ¿para qué sirve la venganza si no es más que para hacernos más daño a nosotras mismas? Sería como un veneno letal que quieres que mate a esa persona, pero que acaba afectándote a ti, incluso haciendo un efecto más dañino que el que queremos trasladar. Y... ¿entonces? ¿Qué hago en este caso? ¿Lloro hasta que tenga la misma resaca que un domingo por la mañana tras un sábado loco? ¿Me harto de beber para así tener esa resaca y con un motivo justificado?

Por más que intentaba pensar en que la venganza no era sana el calor que sentía en mi estómago no se apaciguaba.

Me miré al espejo y me dije: Olivia, ¿de verdad quieres ser esa clase de persona? Negué con la cabeza al mismo tiempo que apretaba los ojos haciendo que mis pestañas de arriba y de abajo chocaran como las olas del mar chocan contra la arena; fuerte, pero sin romperla. Agarré el lavabo con dureza e imaginé que eran sus brazos, emulé hacerle daño. El frío material me impidió seguir con mi fantasía. ¡Para ya Olivia esto no va a ningún sitio! Me dije como reprimenda para que esto no fuera a peor.

Las personas cuando estamos decepcionadas o sentimos que nos han lastimado cometemos el error de convertirnos en nuestra peor versión. ¿Por qué tenemos que darle el gusto si quiera a la otra persona de controlar nuestra vida de esa manera? Esa no eres tú, sino la que él te ha hecho ser que seas...

Me lavé la cara con agua bien fría, sentí como cada poro de mi piel se contraía. Mi piel rechazaba cualquier atisbo de frío que pudiera entrar en ella, porque ahí seguía el calor que mis lágrimas habían generado. Me recogí el pelo y me maquillé un poco, esto no iba poder conmigo. Yo era más fuerte que todo eso.

Caos OliviaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora