El día después de mi muerte.

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ÚNICO CAPITULO

El día después de mi muerte desperté atrapado entre las cobijas

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El día después de mi muerte desperté atrapado entre las cobijas. El sol aún no hacia su entrada de oro pero los pájaros ya cantaban tranquilas y suaves melodías. Con una mano tape mis ojos, permitiéndome acostumbrar al tan potente brillo de la ampolleta que no recordaba haber dejado prendida durante la noche, pestañeo un par de veces y una sonrisa traviesa se posa en mis comisuras.

El día después de mi muerte me hizo levantar y caminar lento, arrastrando los pies hacia la cocina, decidiendo no hacer algún platillo tan extravagante para el desayuno, solo un pan con palta y un poco de pollo que quedo del almuerzo de ayer. Exprimí una naranja y coloque su zumo en un vaso, acompañe con un poco de azúcar para contrarrestar su amargura

Tambien lave los platos sucios, quite la mugre pegada al sartén que quien sabe cuántos días llevaba ahí. Doble las toallas ya secas y colgué la ropa húmeda, pasé la escoba por el gastado piso de madera y regué las plantas. Limpie la mesa llena de polvo, tirando a la basura botellas de alcohol vacías y las navajas que desparramadas se encontraban por ahí, a las plantas que rondan por el jardín les coloque cenizas directo del cenicero como abono para la tierra; Leí hace no tanto tiempo que aquella basurilla es excelente para ellas y el ser un fumador ansioso supongo que tendrá su primera ventaja.

El día después de mi muerte coloque la comida en una tablita y decidir desayunar sentando en la cama, una acción que la verdad no hacia hace un buen tiempo, ni siquiera se si estaba desayunando hace un buen tiempo. El sonido de la televisión me hizo compañía, el matinal de la mañana, tan estúpido pero que mantiene unas buenas risas entre bocado y bocado.

El día después de mi muerte me permití salir a caminar, apenas me coloque los zapatos y deje la puerta como ya había estado toda la noche, entre abierta. Paseé por las calles, por las plazas; Me senté un buen rato en una banca del sector, viendo como los autos pasaban, los niños se correteaban y reían, como el sol me bañaba con su templado abrazo en tan hermosa mañana. Los pétalos de las rosas, los recién crecidos naranjos. La música que inundaba las calles y la gente alegre.

En el día después de mi muerte me junte con mis amigos, misma plaza, mismo lugar de siempre. Tan felices ellos caminan, yo solo voy uno o dos pasos más atrás. Contribuyo a la conversación con cosas pequeñas e innecesarias, como siempre hice y probablemente seguiré haciendo por mucho tiempo.

En el día después de mi muerte yo escuche como planeaban irme a buscar a mi casa luego de comer, para ir a dar una vuelta y tontear por ahí como era costumbre nuestra, pero dado a que no he aparecido en días la verdad es que ya están algo preocupados, aunque sea normal de mi aislarme un par de días sin contacto al exterior, sin razón alguna. Vi a mi mejor amigo asustado, teniendo ese típico mal presentimiento, creyendo que me pudo haber pasado algo mientras sujetaba con algo de desespero una fotografía polaridad entre sus manos, con tanta fuerza y tanto susto que hasta podrías decir que la foto se rompería; pero el echidna mayor le consuela antes de que eso ocurra, él juraba que yo estaba bien y solo debería estar en un bajón más. Siempre sucede, no era primera vez que los asustaba.

EL DÍA DESPUÉS DE MI MUERTE // SONIC THE HEDGEHOGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora