"Pelo corto, moreno, ojos verdes, alto, piel limpia y clara... Algo se me escapa..."
"-¿Te sientes mejor después de echarlo todo?
-Sí, te lo agradezco mucho... Aunque me gustaría saber algo, ¿tu nombre...?
-Claro, mi nombre es A...Amanda."
-¡¿Amanda?! -Grité e inmediatamente me di cuenta de que todo había sido un sueño, menos Amanda.
-Amanda, ¿quieres dejar de correr por todos lados?- Preguntó al aire Naima, mi compañera de habitación.
«¿Por qué accedí a tener una compañera? Debería hacer caso a Mejor estar solo que mal acompañado. Ni siquiera entiendo cómo pudo entrar al cielo...» Pensé en mi cabeza, aunque en el fondo era el único alma que apreciaba en aquel lugar. Además, ¿qué haría yo sin un despertador tan efectivo como ella?
-Naima, Amanda no existe. Todas las mañanas ocurre lo mismo, los perros van a otro cielo...
-No, estoy segura de que ella está aquí, nunca me dejaría sola- insistió.
-No cambiarás de idea. Buenos días.- Le respondí a la vez que salía de la habitación. En realidad lo sentía por ella; en vida fue una magnífica policía y guía humano de Amanda, una perra policía a la que cuidó desde que nació. En esa última misión debían encontrar una bomba oculta, pero desgraciadamente no lo consiguieron a tiempo y la planta donde se encontraba estalló con Naima y Amanda dentro, pues eran las únicas que se encontraban en esa parte. Es realmente una pena, porque ya habían dado con la ubicación de la amenaza, pero ella parece estar feliz de que no muriera nadie más a excepción de su perro, todas las noches me hace rezarle para que se encuentre bien. Debería buscarle algún día una manera de llegar al llamado Cielo de perros para que vea que está bien acompañada de otros perros.
Dejando aparte su vida, cuando salí me dirigí a la entrada para comprobar que no me habían vuelto a dejar cartas de odio. Para mi suerte, me las volvieron a dejar pero esta vez sin amenaza de muerte aunque ya estuviera muerta. Entre ellas se encontraba una notificación de que Dios me quería ver, de nuevo, así que me vestí decente y fui directa al centro del Cielo.
En mi camino escuché cómo los demás hablaban mal sobre mí, aunque en ese punto ya me había acostumbrado.
"¿Qué tiene de especial que no tenga yo?"
"Seguro que fue un alma enviada al Cielo por accidente y busca el perdón"
"¿No estará pidiendo la redención?"
"¿Estás segura de que realmente es un espíritu?"
Cuando llegué me dejaron pasar directamente donde se encontraba el remitente de aquella carta, ya que se conocían mi cara de tantas veces que había visitado aquel edificio.
-Buenos días, preguntaría qué necesitas, pero debo pedirte de nuevo que mandes algunas almas que no deberían estar aquí. Una pena que la envidia no sea un pecado. -Saludé, aunque sea una entrada atípica.
-No creo que así sea, es simplemente curiosidad- Me respondió con un tono suave y agradable, como siempre.
-Aún así, la curiosidad mató al gato, ¿no? De todas formas, ¿qué es lo que querías?
-Me gustaría que me hicieras un favor... ¿Podrías cuidar de alguien?
-¿Qué? -En mis 261 años de vida he cuidado a nadie, ni muerta lo hago.
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Siete vidas tiene un gato, infinitas el humano
Science FictionLilith, un espíritu que murió a los 18 años, estaba tranquila y feliz en su paraíso heaven, cuando fue interrumpida por Ares, un mortal que haría imposible su vida, ¿o debería decir muerte? A lo largo de su historia se darán cuenta de que comparten...