El día de la gran fiesta llegó. Candy había cuidado hasta el más mínimo detalle de aquella celebración. No se había escatimado en gastos; por lo tanto, las decoraciones, la vajilla, la mantelería, el buffet y el show gozaban de un gusto exquisito. Todo perfectamente coordinado entre Annie y Candy para que el evento marchara a la perfección. Todo había quedado de maravilla en aquellos enormes jardines donde se llevaría acabo la fiesta.Tanto Candy como Annie estaban emocionadas, la algarabía de los presentes denotaba que el evento estaba saliendo a la perfección. Como punto cumbre de la velada era el show de media noche y la rubia se enfundó en su mejor y más bello traje de danzarina árabe con el firme propósito de realizar uno de sus mejores shows artísticos. Tal como lo había planificado, su baile estaba dejando encantado a todos los presentes, las maniobras que había realizado con la enorme espada sobre su cabeza había dejado estupefacto a más de uno, hasta que lo peor pasó. Su efusivo carácter unido a sus inoportunos comentarios la habían metido en un menudo lío con nada más y nada menos que con uno de los dueños del corporativo.
Ya más calmada, Candy se reprendía así mismo.
—¡Yo y mi manía de ser tan parlanchina y bocafloja! Ahora me doy cuenta que ni siquiera lo dejé hablar, simplemente me dijo que trabajaba con el señor Cornwell y de inmediato di por sentado que era su secretario. ¡Carajo, Candy! Prácticamente lo obligaste a que aprobara tu cotización. [suspiro] La verdad es que quiero ahorcarlo por verme la cara de tonta, pero tengo que hablar con él a como de lugar.
La fiesta terminaba y Candy esperaba ansiosa poder hablar con el señor Granchester. La rubia no dejaba de fingir una sonrisa amable y serena con todo aquel que se despedía de ella; no obstante el castaño ya había divisado a lo lejos los gestos dubitativos en el rostro de la mujer que revelaban su angustia. El joven empresario procedió a despedirse de todos sus invitados y de manera sigilosa se acercó a la joven fingiendo no interesarse en la misma, él también quería hablar con ella, pero por nada del mundo dejaría notar el interés que la hermosa bailarina despertaba en él. La muchacha algo dubitativa, lo llamó
—Sr. Granchester, Sr. Granchester
— Mmm... ¿me estás llamando a mí?
—Emm, sí. Por favor necesito hablar unas palabras con usted.
Con rostro apenado Candy le dirigía estas tímidas palabras al hombre que pasaba a su lado fingiendo indiferencia. El castaño la miró divertido cuando ella usó ese tono de voz tan dócil. Con la picardía dibujada en su rostro y en un tono muy juguetón, le dijo
—Vaya, Vaya ¿Será que vuelvo a ser tu ángel salvador?
Ante el jugueteo del castaño, la muchacha no hizo otra cosa que rodar sus ojos en gesto de impaciencia. Tuvo que morderse la lengua para no decirle todo lo que pensaba de él en ese momento; pues no olvidaba que el hombre se había divertido de lo lindo a costillas de ella. Aspiró largamente y en un tono más conciliador, habló.
—Sr. Granchester.... yo le pido disculpas por mi comportamiento, la verdad he sido muy inoportuna al referirme a usted de manera poco correcta. Honestamente suelo ser un poco indiscreta cuando me pongo nerviosa, bueno en realidad soy muy indiscreta y llego a ser...hasta deslenguada. Quiero que tenga en cuenta que conseguir el contrato de este evento era muy importante para mí y mi equipo de trabajo. Por favor, que esta actitud mía no interfiera en su opinión sobre el trabajo realizado por mi gente.
—¡Mira que hablas mucho pecosa! ¡Tranquilízate por favor!
Nuevamente apareció ese carácter imprudente de la muchacha. Candy, ni corta ni perezosa, lo interrumpió
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BAILE DE MEDIA NOCHE
DragosteA un alto ejecutivo se le celebrará un cumpleaños sorpresa; pero resulta que su sorpresa es nada más y nada menos que la joven parlanchina que lo saca de casillas. La exótica bailarina tendrá que bailar para el peor de sus clientes. ¿Qué sucederá en...