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    *Un año antes de la tragedia*
Sonó el timbre. Estaba tumbada en el sofá, cansada de hacer nada; y con el constante repiqueteo de gotas de lluvia contra la ventana. Solté un suspiro y me levanté maldiciendo al repartidor que había visto por la ventana. Abrí la puerta y una ráfaga de viento helado me hizo estremecerme del frío.
    -Buenos días señorita Celeste -me saludó con efusividad el repartidor.
Lo que mas odiaba de este perdido pueblo en las afueras de Alaska era que todo el mundo conocía tu nombre. Y mas si se trataba de alguien de fuera.
    -Mmm. Hola. ¿Tu nombre era?- ni me acordaba ni me quería acordar de su estúpido nombre.
    -Harold señorita. No se preocupe mi nombre no es muy común y a la gente le suele costar recordarlo- sonrío por segunda vez.
Reconocí el acento irlandés, pero decidí no decir nada.
    -Si eso, Harold. Bueno,¿tienes algo para mí?
    -Por supuesto- empezó a rebuscar en su mochila y me entregó un sobre.- Eso es todo señorita Celeste, que pase buena tarde.
Cogí el sobre con inseguridad porque veía que no tenia remitente, y entré dentro. Se me habían mojado los calcetines, así que decidí dejar el sobre en la entrada. Subí a cambiarme los calcetines, y de paso opté por ponerme las deportivas y una chaqueta. La mejor manera de combatir el frío era haciendo ejercicio.
Empecé trotando. El vaho salía de mi boca y sentí mis pulmones congelarse. Cuando ya llevaba veinte minutos sonó el movil. Paré exhausta sin saber bien donde estaba, pero todavía era de día así que no había problema. Saqué el movil del bolsillo y vi el mensaje. El mismo mensaje que me llegaba desde el mismo desconocido remitente todos los días, con la precisión de un reloj, a las 18:31. "Pronto pagarás". No le di mucha importancia, y decidí volver a casa. Corrí y corrí hasta que no pude mas y decidí descansar en un arcén de una carretera vacía. Solo se veía a lo lejos la niebla y las montañas.
Anocheció de pronto, y yo no recordaba como volver. Andé desorientada por la carretera. De repente, escuche un ruido y me giré. Una luz muy fuerte me cegó y todo pasó muy rápido.

El coche giró rápidamente y se salió del arcén. Segundos más tarde el conductor bajo enfadado y se puso a gritarme sin cesar. Yo, sin saber bien que hacer,me quedé quieta y esperé a que llegara la grúa que el había llamado.
-¡Te podría haber matado!¡ ¿Es que no eres consciente?! ¡Estabas en medio de la carretera!
-Y-yo, l-lo siento mucho- el chico no parecía ser mas mayor que yo. Supuse que vivía en el pueblo, ya que no había nada que no fuese bosque o montaña en los siguientes 20 kilómetros.
-Ya veras el dineral que me costará arreglar el coche.¡Madre mía, a mi madre le dará un infarto! ¡Es que sigo sin saber que hacías en la mitad de la carretera!
-Y-yo estaba perdida, soy nueva en el pueblo y no sabia como llegar. Se hizo de noche al instante, y no conozco ni puedo llamar a nadie. De verdad que lo siento- dije atropelladamente.
El chico pareció arrepentirse inmediatamente de lo que dijo en el instante en el que hablé.
-Lo siento, no debí haberte gritado, me pudieron los nervios- había algo en su mirada, algo que no sabría describir bien. Es como si quisiera que me creyera que de verdad lo sentía- Tienes razón, si no conoces el pueblo puedes perderte fácilmente, y mas si te desvías hasta llegar a la carretera.

De repente, me vi sumergida en la total oscuridad de la noche. Tuve un mal presentimiento, y decidí hablar con el extraño que casi me mata.
- ¿Sabes si va a tardar mucho la grúa?- le pregunté. La verdad es que tenia ganas de volver a casa, ya que estaba congelada y mojada- Es que no se volver, y me haría un gran favor si me llevase hasta casa.
- Supongo que no le quedará mucho, de todas manera Tom te acercará sin problema- me respondió el chico.
-¿Tom?- pregunte confusa.
- Si, es el que se encarga de llevar la grúa - me respondió mientras buscaba algo en el teléfono
Se me olvidaba que en el pueblo todos se conocían entre sí. Las noticias vuelan y las paredes escuchan, así que tenía que tener mucho cuidado si no quería acabar como la ultima vez.
De repente vi que se acercaba una luz desde el fondo de la carretera. A los pocos instantes llegó hasta nosotros una grúa que parecía del siglo pasado. Estaba conducida por Tom supongo. Era un hombre de mediana edad, y lo poco que pude ver debido a la escasez de luz fue que su pelo estaba encanecido.
- Buenas noches Samael. El coche ha quedado... No se si se podrá arreglar en el taller- confesó Tom.
-Bueno, eso es lo de menos, lo importante es que estoy vivo, y ella también.
El conductor de la grúa se giró y me miró.
- Oh, ¿eres la nueva verdad? ¿Celia era?-Tom dudó de mi nombre.
-Celeste- dije con una sonrisa falsa, y le estreché la mano. Hasta el mecánico sabia de mi existencia. Había llegado dos semanas atrás y ya todos me conocían.
-Buenos, vamos a ponernos en marcha- dijo mientras se bajaba de la grúa.
Me quede observando a Samael mientras que él ponía muecas al ver su preciado coche destrozado.
Tras un rato conseguimos subir el coche a la grúa, y Tom se ofreció a llevarnos.
Me monte en la grúa al lado de Samael. Dejé que hablaran de temas triviales mientras que yo miraba por la ventana.

Tras casi treinta minutos de camino llegamos al taller. Me bajé y me di cuenta que tendría que volver a casa andando. A los hombres se les paso por completo acercarme a casa.
- Bueno, yo ya me voy. Buenas noches- dije fríamente
Cuando me respondieron yo ya estaba por la mitad de la calle. Volví a casa y subí directamente a la ducha, ya que estaba mojada entera. Una ducha de agua caliente es lo único que me vendría bien. Cuando entre, escuché un ruido, pero estaba tan cansada que ni le di importancia.
Terminé de ducharme, me puse el pijama y baje a la cocina para comer algo.
Cené y estaba tan cansada que me fui a dormir. En el momento en el que me tumbé, todo el cansancio acumulado en el cuerpo desapareció. Sin embargo, decidí quedarme en la cama dando vueltas.

Samael...curioso nombre. Me pregunté porque sus padres decidieron llamarlo así. Angel de la muerte. ¿Extraño no? Y mas curioso el contraste entre mi nombre, Celeste, que roza lo celestial; con Samael, que es sinónimo del diablo.

Empecé a divagar en mis mas profundos pensamientos. De repente caí que no había leído el sobre que me había entregado el repartidor antes. Me dio curiosidad, y decidí ir a cogerlo y abrir el sobre.
Bajé tocando el frío suelo de madera, hasta llegar al recibidor. Intenté  buscar a ciegas el sobre, pero como no lo encontré, encendí la luz.
El mueble de la entrada en  el que había  dejado el sobre estaba vacío. El sobre no estaba...

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⏰ Última actualización: Aug 19, 2021 ⏰

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