De Sehun sobre Luhan

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De alguna manera u otra siempre estás lejos de mi. De algún modo u otro no soy capaz de tocar tu tersa piel. Incluso cuando te sostengo entre mis manos, no puedo sentirte. Puedo ver tu sonrisa adornando cálidamente tu inocente rostro, y sé que es la misma sonrisa que me mostraste el día en que te conocí, la misma sonrisa a la que despertaba cada mañana, la misma sonrisa que se formaba entre mis besos en tus labios. Es la misma sonrisa... la que vi desvanecerse lentamente. Se fue difuminando con tanta calma que nadie más pudiera haberse dado cuenta de que esa vez, cuando diste un sorbo a tu café en un día de lluvia, cuando miraste la ventana espolvoreada con gotas de agua dulce, cuando bajaste la cabeza con los ojos fijos en la taza de tu café ahora frío, ya no sonreías. En lugar de eso pude ver tu ceño frunciéndose, tus dedos frotar con nervio tus cienes, y tu garganta tragar saliva con fuerza.

Nunca supiste que yo te había visto en aquél degradante estado. Pensé que tal vez así lo querrías. Si alguna vez necesitaste algo de mi entonces, yo siempre estuve esperando que decidieras acercarte a mi, y por eso lo siento.

Pero ahora estás justo aquí, e incluso si hago todo lo posible por abrazarte sólo puedo alcanzar a sentir una barrera congelada, por la que mis dedos impotentes se deslizan. Y tú sólo me miras decepcionado, juzgándome, rogándome, con tus profundos ojos marrones, siempre clavándose en lo más profundo de mi ser, haciéndome más pequeño, menos digno de ti. Estás aquí a mi lado, y ahora juntos escuchamos la lluvia caer. Pero yo sólo pienso en ti, te observo a ti, porque tú no me hablas, y tampoco me escuchas, me atraviesas con tu mirada y miras más allá de mi. No soy capaz de sostener tu mirada, con cada segundo que pasa me haces avergonzar cada vez más. ¿Cómo es que aún eres capaz de estrujar mi corazón entre tus manos, con sólo tu mirada? ¿Cómo es que aún te atreves a hacerlo?

Estás justo ahí, sin separar tus labios, sin mover un sólo músculo. Pero pareces tan feliz, y prefiero no molestarte, te ves tan tranquilo, y ya no sé si quiero besarte, no quiero terminar con esa calma que sólo he logrado encontrar en ti.

La noche pasada desde el otro lado de la habitación, me juzgabas sin cansancio, sin decir ni una sola palabra, sólo sonriendo, y con esa sonrisa sólo tú pudiste convertirme en cristal y romperme en infinitos pedazos, que con trabajos pude volver a acomodar en el transcurso de la madrugada. Permaneces siempre ahí sin prisa alguna, siempre paciente hasta las 10 de la noche siguiente, por mis lágrimas y lamentos, por mis súplicas y llantos. Sólo para mirarme con débil dulzura, mientras mantienes tu distancia.

Cada noche llego a nuestra habitación, y me siento contigo entre mis manos, sabiendo de antemano que terminaré hecho pedazos. Cada minuto y hora, me rodeo entre recuerdos de blanco y negro, y tú te dispones a verme sufrir.

Cada madrugada noto que tu tez se vuelve cada vez más pálida, y tus ojos se van apagando con la misma calma con la que tu sonrisa lo hizo en otros tiempos. Ahora tengo que abstenerme de intentar tocar tu rostro lo más posible. Mis lastimosas caricias sólo logran que me observes con más pena, y te hacen alejarte más de mi.

Estás aquí entre mis dedos, y eres la cosa más hermosa que jamás hubiera pisado esta tierra, ¿realmente era yo alguien merecedor de dormir a tu lado?

Me despierto temprano cada mañana para descubrir que he caído dormido contigo encogido en mi pecho. Me levanto exaltado e intento acomodarte en tu lugar y me dispongo a fingir el resto del día, que para mi no existes. Hasta que regreso a casa, donde me esperas sonriente, y vuelvo a mi única realidad, que eres tú.

Y es cuando ya no puedo soportarlo, que tú estés aquí y me reprimas en silencio. Que tus manos no tomen las mías y que no puedas corresponder a mis fríos labios que se limitan a besar tu frente sin llegar a tocarla. Porque estoy aquí a tu lado, y tú estás en tu mundo de mates colores, totalmente ignorante de lo difícil que es para mi ser yo, cuando tú estás tan lejos de mi alcance, incluso si sostengo la promesa de pertenecer sólo a ti en mis labios, lo único que me permites hacer es ahogar la nostalgia viendo tu rostro y me dejas sólo el dolor.

Me encojo bajo tus ojos insistentes, bajo tus pupilas apagadas, que me juzgan sin perder su pureza. Nunca sabrás cuánto me arrepiento de todo lo que no hice, de todo el tiempo que no pasé abrazándote, de todas las veces que pude besarte y no lo creí necesario... de ese día que con tristeza sentías tu taza de café enfriarse entre las palmas de tus manos. Si pudiera hacerlo regresaría, y no saldría de la habitación en profundo silencio como lo hice entonces, si no que caminaría hacia ti y te tomaría entre mis brazos, me aseguraría de mantenerte caliente, besarte lo suficiente, y recordarte lo mucho que te amo. Te acostaría en la cama y pasaría las colchas encima de nuestras cabezas para cubrirnos del frío, besaría tu frente, tus mejillas, labios, tus hombros y te recordaría que eres mío y que haría lo que fuera por mantener esa sonrisa en tu rostro.

Pero no lo hice.

No lo hice, y por eso has perdido tu calidez, y tu esperanza ha quedado congelada en esta sonrisa que ahora sólo puedo pretender rozar con la yema de mi pulgar.

Y ahora estoy aquí, perdido en el arrepentimiento, esperando algo que sé de antemano que no pasará. No quiero que nada cambie, no quiero que cambies, lo que pido es que nada de esto haya pasado, que tú no te hayas ido. Puedo verlo, la manera en que ahora me miras con desaprobación, y tus labios quietos gritan que te deje ir, que siempre te recuerde, mas que deje de torturarme a mi mismo con ello, y me pides en silencio que sonría para ti también. Así que lo hago, sonrío para que tu puedas verme, porque te lo mereces. Pero no puedo sostener mis labios por más de unos segundos hasta que un gemido se abre paso por mi garganta y me acurruco de nuevo contigo hecho un desastre en mi pecho, con tu rostro lentamente desapareciendo. ¿Qué va a ser de mi, cuando ya no tenga tu fotografía para recordarte?

Alguna vez me dijiste "No te preocupes, estarás bien", ¿por qué te empeñaste en mentirme? He terminado por condenarme a tu imagen. Jamás siendo capaz de tocarte, o besarte, o abrazarte. Ahora me paso deseando con el pecho contraído, con el aire escapándose en arcadas de mis pulmones, pidiéndote perdón, que nada de esto hubiera pasado. Y cada noche te dedico estas horas, las horas que no fui lo suficientemente inteligente para recoger tus pedazos rotos y juntarlos con un simple abrazo, en ese momento que pudo ser distinto, que pudo haberse convertido en un buen recuerdo para ti si tan sólo yo hubiera dado un par de pasos. Por las horas que antes dispusiste para apreciar cómo tu café se enfriaba, y también por las horas de los días de los que nunca me enteré, es por lo que yo ahora llego a casa, arrojo mi corbata, me quito el cinturón, los zapatos, y me dejo tender en la cama, sólo para seguir esa rutina, donde miro a mi izquierda y estiro a mi brazo, y una vez más tomo tu fotografía, esa fotografía tuya que me aleja de poder tomar tu mano, y que me impide besarte, esa fotografía de ti a quien amo. Y lo único que puedo abrazar es esa fotografía, de alguien quien me sentencia y me castiga, de alguien quien me arrulla y me calma, de alguien quien me asesina y me resucita, de alguien quien me hace sufrir y luego limpia mis lágrimas.

Ya no puedo caer dormido sintiendo tu cabello enredarse entre mis dedos, ahora en mis manos sólo ha quedado esta fotografía de alguien que no hace otra cosa más que mirarme y sonreírme desde las 10 hasta las 12.

10:12 [HunHan]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora