El viejo mío aún no tiene el pelo blanco
Aunque ya sus 82 lo acompañan,
ya ni el paso da
Ni su palabra sale clara,
su cerebro lo ha dejado limitado.
En ocasiones me mira de reojo
O a través de la imagen distorsionada en un vidrio
Pero casi nunca a los ojos,
Sólo cuando le obligo
Mirándole de frente
En otras agacha la cabeza y calla,
Aunque a veces grita
Y sacude su alma y vecindario
Como un niño en sus inicios
Pero con mirada de hombre enojado
Mira hacia el cielo con asombro
Y se ríe al descubrir
A muchos gallinazos
Se estira de la silla para acariciar a un gato
Pero abuchea con furia al ver pasar un perro
Su silla de ruedas no le alcanza
Para seguir sus viejas andanzas
Pero ahora puede ver
Que familia vale más que plata