La hora exige afán,
el paso es rápido y nos contagia.
Las puertas de la ciudad empiezan a cerrarse
y sus transeúntes caminamos en la misma dirección,
todos en el mismo vehículo
y con prisa.
Los jefes de la ciudad, los obreros
se muestran indiferentes,
su destino, el que sea,
los espera...
y aquí restan importancia los objetos de deseo
exhibidos en las vitrinas a su paso
¡No es momento!
Pocos asisten al ritual propio del gran templo,
es tarde, llueve y hace frío
Y éste frío se nos ha impregnado en la voz, en el ánimo
y sólo se escucha un murmullo:
"... ánimas del purgatorio quién las pudiera ayudar ...
que Dios las saque de pena y las lleve a descansar..."
LucesdeLluvia