8_Desacuerdos_I.docx

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Cantón de Vaud, Au Casoleivre,
Domingo 1 de noviembre 2121.

La ambulancia avanzaba a toda velocidad por la noche oscura y ventosa, su sirena era un ulular lejano tragado por el aullido del viento. Rico y Zeurst estaban sentados uno frente al otro, y las tenues y esporádicas luces del interior proyectaban sombras parpadeantes sobre sus rostros. Entre ellos yacía el general Starz, con el cuerpo atado a la camilla, inmóvil salvo por el leve subir y bajar de su pecho.

Rico miró a Zeurst y rompió el silencio primero:

—¿Cómo lo llevas? —preguntó, con voz firme pero preocupada, mientras observaba la herida ensangrentada del abdomen de Zeurst.

La mirada de Zeurst se clavó en la suya por un momento, con un atisbo de cansancio en los ojos, antes de responder:

—He tenido días mejores.

Rico asintió, digiriendo sus palabras. Se recostó contra la fría y metálica pared de la ambulancia y su mirada se desvió hacia el general.

—¿Qué posibilidades hay de que el general Starz salga de ésta?

Ella se encogió de hombros, y su mirada se desvió hacia la ventana, donde el paisaje sombrío se difuminaba.

—Es difícil decirlo.

El viento de fuera aullaba con una ferocidad que hacía temblar la ambulancia. Los ojos de Rico estaban fijos en ella, observando la sutil danza de sus dedos al tensarse y soltarse contra sus antebrazos.

—No pareces alterada por tu herida. —Zeurst guardó silencio. Rico se removió, respiró hondo y bajó la voz cuando volvió a hablar—: Nunca me han apuñalado. Solo me han dado palizas.

Por un momento, el único sonido fue el golpe rítmico de los neumáticos sobre la carretera y el pitido constante del monitor que registraba las constantes vitales del general Starz. Entonces, sin mirarle, Zeurst rompió su silencio:

—Bueno, pues a mí sí.

—Entonces... —Empezó Rico, tratando de aligerar el ambiente—. ¿Qué es lo primero que vas a hacer cuando volvamos a la sede?

La mirada de Zeurst se desvió hacia él antes de volver a la ventana.

—Tú podrías optar por ir a urgencias.

—Sí, supongo que eso es importante. Pero, ¿después? ¿Algún plan para descansar?

Ella hizo una pausa, sus dedos todavía flexionándose y relajándose en un ritmo que contradecía su tensión.

—No he pensado con tanta antelación...

Rico se inclinó hacia delante, tratando de captar su atención.

—Vamos, tiene que haber algo. ¿Una comida favorita? ¿Una ducha caliente?

—Necesito una ducha.

—Sí, una ducha suena como el paraíso ahora mismo. Y tal vez una comida de verdad. Me estoy cansando de las raciones. El silencio de Zeurst volvió, y Rico sintió que le pesaba de nuevo. La ambulancia se sacudió en un bache de la carretera, y Rico hizo una mueca de dolor—. ¿Cómo va la herida?

—Está bien.

Rico suspiró, pasándose una mano por el pelo.

—Hablar ayuda, ¿sabes? Aunque sea sobre estupideces.

—Hablar no cambia nada.

—Puede que no —admitió—, pero puede que lo haga un poco más llevadero.

LA CAZADORA #1 [SM]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora