Min Yoongi era frío.
Y no, no era respecto a su carácter o forma de ser, sino literalmente. Era lógico, pues se trataba del príncipe del reino Glacies, donde el frío era vital para su gente.
Los habitantes tenían la tez pálida, algunos más clara que otros, cabellos siempre negros sin excepción. La variación estaba en los ojos, pues el pueblo tenía el iris obscuro, mientras que la realeza llevaba el hielo en su mirada con una muy clara tonalidad azul cielo.
Y luego estaba el reino Ignis, donde la primavera abarcaba los doce meses del año, donde el calor era fuente de vida para el pueblo.
Ahí, los habitantes tenían variaciones en el cabello y color de ojos, algunos eran castaños o pelirrojos y otros rubios. Las miradas podían ser de miel, café y tono pardo; mientras que la realeza tenía la exclusividad del rojo en sus iris.
Sin embargo, había un chiquillo de ojos verdes aceituna. Creían que era una maldición y que estaba destinado a morir dolorosamente, así que los habitantes trataban de protegerle y ayudar a su familia con el negocio de las flores, pues le habían tomado cariño.
En fin, ambos reinos estaban unidos y separados al mismo tiempo, pues a pesar de la rivalidad de siglos y con poca coherencia, ambas tierras estaban lado a lado y solo les dividía una insignificante barda de madera a la que nunca se le vio necesidad de remplazar, no hasta que ocurrió un pequeño incidente entre cierto par de niños.
Sucedía que el pequeño Yoongi, el príncipe de hielo, estaba cansado del frío. O más bien, curioso del calor.
Después de que su profesor particular le enseñara cruelmente la historia de rivalidad con el reino vecino, el príncipe huyó y se escondió en el jardín del palacio, detrás de los arbustos de jazmines, sentándose ahí con sus piernas dobladas hacia su pecho y escondiendo la cabeza entre las rodillas. Sabía que todo el personal del castillo le estaba buscando, pero él no tenía ganas de seguir con una lección tan molesta.
Estuvo ahí un largo rato, hecho bolita, hasta que escuchó ruido del otro lado de la barda. Se puso de rodillas y así mismo se acercó al hueco que había en la madera para ver qué estaba ocurriendo.
Al otro lado, un niño pelirrojo del reino de Ignis estaba saliendo de su modesta casa por la puerta trasera con una canasta vacía. Pronto se fue al fondo de su jardín, donde el pálido casi no pudo verlo, pero después de un rato volvió a su campo visual con la cesta llena de flores de un tono anaranjado bastante vivo, jamás había visto tales flores y estaba maravillado.
—Oye...— se aventuró a llamarle, apegando su boquita al hueco en la madera como si así pudiese ser oído con mayor claridad.
El otro niño se hizo estatua en su lugar, asustadizo de haber escuchado una voz que no conocía y que no sabía de dónde venía, así que pronto comenzó a mirar en todas direcciones en busca de quién le hablaba.
—Aquí en la barda— el de mejillas abultadas miró arriba de la madera.—Abajo, en este hoyo— descendió la mirada y se topó con el pálido de ojos azules.
—Oh, hola— le saludó el niño de fuego, sonriendo en grande y después frunciendo el ceño confundido.—¿Qué haces ahí?
—Umh... me escondo— dijo risueño el príncipe de hielo.—¿Qué haces tú?
—Vine por unas flores para la señora Kwon, mira— explicó y se acercó al hueco en la madera, mostrándole el conjunto de pétalos brillantes.—Se llaman caléndulas, mi familia y yo vendemos estas y muchas otras clases de flores.
—Woah, son muy bonitas~— reconoció el pelinegro, asombrado. Luego su gesto cambió a uno decaído.—Acá nunca he visto crecer caléndulas... de hecho, es poca la variedad de las plantas y flores de este lado, está muy frío— y puchereó triste al ver que sus deditos sobre la madera estaban causando una ligera capita de hielo por su tacto. Ese tipo de cosas solían sucederle cuando sus emociones eran muy fuertes, como en ese momento, que estaba emocionado por las flores.
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☁️Calidez☁️ • YM
FanfictionUna tierra dividida en dos reinos rivales, Glacies e Ignis, de hielo y fuego respectivamente. Una barda, un muro. Un príncipe de hielo y un habitante de fuego. Yoongi no quería congelar a Jimin y él no quería quemarlo, pero con sus sentimientos crec...