Capítulo 2 - Nada especial

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Capítulo 2 - Nada especial 

Antonio cruzó la sala más rápido de lo que Roderich habría esperado.

Tal vez no tan rápido ahora que miraba la situación de la sala, en la que difícilmente quedaban cinco personas: Lili apuntando algo en su portátil, Elizabeta con su teléfono móvil entre las manos, Eduard guardando su Table y Antonio que se había girado para despedirse de Tino con la mano sin dejar de caminar.

Roderich se levantó de su asiento para recoger las pocas cosas que tenía en la mesa. Apenas había escrito algo sobre la reunión. Ni siquiera estaba seguro sobre lo que había sido la reunión, pero las reuniones de última hora nunca solían ser muy importantes. Prestaría atención en la próxima para compensar por esta.

Elizabeta seguía a su lado contestando a un mensaje en su teléfono móvil. Apenas miró a Antonio cuando el español le saludó. Ella se limitó a hacer un pequeño movimiento con la cabeza, apartando sus ojos del móvil durante unos escasos segundos para no ser maleducada.

La relación entre ellos era rara. Nunca se habían hablado más de lo estrictamente necesario, pero constantemente tenían esa mirada en sus ojos, como si fuesen dos perros paseando por la calle, a punto de ladrarse, pero nunca haciéndolo.

A veces la tensión entre ellos normalmente era palpable, pero no esa vez, porque Lili se acercó a Elizabeta y rozó el hombro de la húngara con la yema de sus dedos para llamar su atención.

-Eli- dijo Lili, la cual se encontraba a dos asientos de Elizabeta.

-Dime- Elizabeta apartó momentáneamente la mirada de su teléfono para mirar a la rubia.

- ¿Te vienes con nosotras a cenar?

-Voy.

Elizabeta lanzó su teléfono móvil en su bolso y se levantó de su asiento, no sin antes echarle una última mirada desinteresada a Antonio, el cual no había dejado de mirarla desde que Lili había empezado a hablar con ella. Como si estuviese esperando a que se fuesen.

El moreno movió ligeramente su cabeza, asintiendo con esta cuando su mirada se topó con la de Elizabeta. No estaba cómodo, su mandíbula estaba tensa, pero mejoró tan pronto como vio que la morena se alejaba junto a Lili.

Antonio, a pesar de la obvia tensión, tenía una posición relajada con sus manos metidas en sus pantalones marrones sueltos y su camisa beige con los primeros dos botones desabrochados. Sus hombros estaban relajados, al igual que su postura. Si le dijese que de ahí se iban a ir a España a tomar una cerveza en la playa se lo creería.

- ¿No estás muy desabrigado? - preguntó el austriaco levantándose de la silla.

Antonio le miró con una de sus sonrisas. Elizabeta había salido de la sala de reuniones al igual que todos los rezagados. Ahora sólo estaban ellos dos y una bombilla defectuosa que había empezado a parpadear.

El cuerpo del moreno se destensó de verdad en ese momento, pero Roderich no pudo identificar si el español había estado alerta por la presencia de Elizabeta o si tenía otro motivo.

- Tengo mi abrigo en el perchero. – Antonio apuntó con su barbilla al único abrigo que quedaba en el perchero a parte del de Roderich: uno marrón claro.

Roderich metió su móvil en el bolsillo antes de ajustarse las gafas.

El español le vio realizar esta acción con una mirada cargada de ternura. Estiró su brazo y acomodó el pelo de Roderich detrás de su oreja bajo la atenta mirada del austriaco.

Ich vermisse dich (Spaus)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora