El Lórax

251 9 2
                                    

En las afueras del pueblo,
donde el Trecésped crece
y el viento huele amargo cuando sopla y se mece,
y no cantan los pájaros, salvo un cuervo malvado,
allí esta la calle del Lórax Izado.

Entre el Trecésped dicen que había
-y si bien miras, allí está todavía-
el sitio en que el Lórax estuvo
tanto tiempo como pudo,
hasta que se lo llevaron un día.

Pero... ¿Quién era el Lórax?
¿Por qué estaba allí?
¿Por qué se lo llevaron de ese confín,
de las afueras del pueblo, donde el Trecésped crece?
El viejo Fueuna-Vez aún vive aquí.
Pregúntale. Él sabe. Quizás te lo diga a ti.

No veras a Fueuna-Vez,
no llames a su puerta.
Esta en el Lerén, encima de su almacén,
acecha bajo el techo en su Lerén frío
cosiendo su propio atavío
con hebras de tris-traje-mullido.
Y en las húmedas noches de agosto
atisba solapado
por la persiana entreabierta,
y a veces, si tiene ganas,
cuenta cómo el Lórax fue llevado.

Quizás te lo diga a ti...
si la pagas al contado.

Por un grueso cordón
bajara un balde de latón;
échale quince centavos
y un clavo
y el caparazón
de un caracol bravo.

Subirá el balde después
para ver si le has pagado
y hará una y otra vez
la suma con gran cuidado.

Esconderá lo cobrado
discreto, en un lugar secreto:
en un agujero extraño
de su guante grugruaño.

Y después gruñirá:
-Te hablaré por mi Fono-Murmullido.
Los secretos que yo se son solo para tu oído.

¡Plaf!
Baja el Fono-Murmullido a tu oído,
y las palabras de Fueuna-Vez
suenan al revés
por que tienen que pasar
por una manguera vieja
que las hace resonar
como un murmullo de abejas.
-Ahora sabrás-dice con rechinar de dientes morados-
por qué el Lórax, un día, de qui fue llevado...

Eso fue hace mucho tiempo...
hace mucho, mucho tiempo

Hace mucho, cuando el césped era aún verde
y tenía agua el estanque -que recuerde-
y eran limpias las nubes
y la canción de los Cisnes Cis-neros llevaba el aire, gustoso,
llegue una mañana a este lugar glorioso.
¡Y los árboles fue lo que vi primero!
¡Los árboles Trúfula!
¡Los pompones de Trúfulas en el sendero
Meciéndose al viento mañanero!

Y bajo los árboles vi a los Bar-ba-luz Marrón
Retozando en sus trajes Bar-ba Pillón
dándose con los frutos de Trúfula un fiestón.

En el estanque susurrante
Se oían ruidos y sonidos,
chapoteos y chasquidos
de los Peces Zum-zumbantes.

¡Pero esos árboles! ¡Esos árboles!
¡Los Trúfula! ¡Esos árboles!
Había buscado toda mi vida
unos árboles así,
de copas suaves, como tejidas
en fina seda carmesí.
Tenían el dulce olor
del licor de picaflor...

¡Me dio un gran brinco,
Feliz, el corazón!
Y con gran ahínco
descargue mi carretón.

Un pequeño taller construí en un instante.
Talé un árbol Trúfula por primera vez
Y con su pompón tejí un bello Tapante
Con hábil habilidad y rápida rapidez.

Apenas acabé, escuché un ¡ah-chón!
Miré y vi salir algo de sopetón
algo del tocón
del árbol que talé. Era una especie de hombre.
¿Describirlo? Es difícil. Puede que te asombre.

Era chicón. Y viejón.
Y marrón. Y musgón.
Y su voz... un vozarrón
Chillón y muy mandón.

-¡Señor!-dijo con un estornudo estornudado-.
Soy el Lórax. Hablo en nombre de los arboles
Porque ellos no tienen lengua. Soy su delegado
Y le pregunto asombrado
(gritaba y fulminaba, muy malhumorado):
¿Qué es esa COSA que con mi Trúfula ha creado?

El Lórax (Dr. Seuss)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora