Capítulo 1

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PRIMERO DE LA SERIE: REDENCIÓN

La luz de tu mirada

Capítulo 1 



Chicago, 1885.

Junio.

Sus pasos eran seguros. Caminaban como si de la realeza se tratara, entre el mar de cuerpos que abarrotaban el salón. Iban vestidos de manera elegante, pero nadie los confundiría jamás con unos caballeros. Eran hombres poderosos, con suficiente arrogancia y absoluta confianza. Hombres que demostraban su apetito por las cosas más refinadas de la vida. Pero que, cuando era necesario demostraban lo peligrosos que podían ser. Como en ese caso.

Las tenues luces conferían a los visitantes del ominoso lugar un aspecto misterioso. Aunque "misteriosos" no era exactamente como alguien describiría a los tres hombres escoceses que habían llegado de su país años atrás siendo apenas unos niños.

Siendo hijos de padres diferentes, no tenían muchas similitudes físicas entre ellos. Lo único que compartían era el apellido de su madre, su altura de más de 1.85, su varonil encanto, sus facciones por demás atractivas, su gusto por lo bueno, por las mujeres, pero, lo más importante, los tres poseían mentes privilegiadas que les habían permitido abrirse camino en el mundo de los negocios.

Eran más ricos que Creso, no había una respuesta simple para lo que poseían. Tenían propiedades personales, haciendas, mansiones, extensiones de tierra transferidas a nombre de un lujoso club que poseían para los más ricos, hasta los gobernadores y congresistas pedían entrar en él. Joyas, obras de arte, dos yates, incluso contaba con propiedades en Inglaterra y, recientemente habían adquirido propiedades en su tierra natal. Habían logrado su extrema riqueza a diversos negocios. Bienes raíces, casas, calles repletas de tiendas con alquiler, como State Street1, caballos de carreras, arrendatarios, y la lista seguiría.

Ahora se encontraban muy lejos de los lujos a los que se habían acostumbrado. Pero como decía el dicho: deudas de juego, eran deudas de honor. Iban siguiendo el rastro de un hombre que se creía más inteligente que ellos, habiendo acumulando una enorme deuda en las mesas de juego, pensó que, escondiéndose en ese burdel en los barrios bajos, se libraría de las consecuencias.

Afortunadamente, para ellos, desafortunadamente para él, tenían contactos en todos los círculos de la sociedad, finalmente se habían abierto camino en los bajos fondos, y no tardaron en localizarlo.

—Thelma, en verdad creí que habrías mejorado tus instalaciones estos últimos años —dijo el mayor de ellos observando sus alrededores, mientras seguían a la madame que los guiaba a la habitación en donde se encontraba el susodicho.

Albert Andrew, era un hombre serio, pragmático y muy controlado. Las mujeres comparaban su rostro al de un dios griego, sus ojos, parecidos a un diamante azul, nunca mostraban emoción alguna, y bajo su elegante traje hecho a la medida, se escondía un cuerpo poderoso, con músculos bien definidos. Ciertamente su amante en turno no tenía ninguna queja en ese departamento. Sin embargo, para los que lo conocían, sabían que debajo de aquella fachada refinada, existía un hombre duro, que usaba los puños cuando lo necesitaba, que no le importaba destrozar su ropa en una pelea si era necesario. Y lo más importante, sabían que en la cintura llevaba su omnipresente cuchillo de caza que no dudaba en usar de ser necesario.

—Tal vez si hubieran accedido a entrar en el negocio conmigo todo esto se vería mejor. Aunque no te dejes llevar por las apariencias, la calidad de mis chicas es buena, es de las mejores por aquí.

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