"Pasa un conejo azul, celeste verde. Va saltando entre veredas, no desea tocarlas porque no las encuentra atractivas, así que las salta, esquivándolas lo máximo posible.
Parece canguro, tal vez castor, no sé por qué.
Salta de calle en calle, de pronto una nube cae desde la tierra, lo aplasta.
Un ángel se burla de él.
Sigue aplastado.
Se levanta.
Camina por la vereda.
La vereda lo quema, él sabe que no le está pasando nada, porque solo es una vereda, pero auch como duele.
Le quema.
Muere calcinado.
Le salen alas.
El ángel lo observa en silencio.
Camina sobre el aire, llega a casa.
Sus alas no lo dejan pasar, así que tira, hace fuerza.
Y tira.
El ángel lo deja pasar, confía en su suerte.
Y tira.
Hasta que entra, su casa era luz, sus alas estaban rotas y en el piso.
Sangró.
El ángel se llevó sus alas, todavía con una risa.
Fin"
Dos niños mirando las nubes, acostados en el verde y brilloso pasto del parque, uno al lado del otro, acompañándose en su mutua soledad.
Jess había decidido contarle una historia a su amigo, a su único amigo, una historia que Ryan, su hermano, le había contado antes de irse para siempre. Pensó que, como a él le había gustado quizás a su amigo, Andrew, también le gustaría así que se giró a verlo y cuestionar aquello.
- ¿Te gusta? - Una sonrisa destellante entre palabras.
-Es raro... ¿Cómo explicarlo? - Andrew no reparó en la mueca disconforme de Jess y volvió su vista al cielo, frunciendo el ceño cuando notó una gran nube tapándolo.
-No sé, hice lo que pude...- Siguió mirando a su amigo unos instantes más y luego vio hacia arriba nuevamente.
-Entonces está bien para mí-. Sonrío, Andrew sonrío, aunque sea una mueca. La primera sonrisa que Jess observó de él. Fue lindo.
Comenzó a llover.
Tuvieron que volver a casa.
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Mil historias sobre ti
DiversosNadie gritaba, pero al mismo tiempo todos lo hacían. Nadie lo veía, pero sus ojos estaban clavados como dagas a su retorcido rostro. Nadie estaba allí, pero las calles jamás se vieron tan pobladas como en estos momentos. "Es el mundo erróneo, debis...