"Tus ojos verdosos
Son un denso bosque
Y los míos
Un amargo café de la mañana".
Disclaimer: Los personajes no me pertenecen, sino a Masashi Kishimoto, las imágenes utilizadas no son mías, créditos a sus creadores. La historia es mía.
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Sonríe feliz, finalmente le pidió un encuentro.
Un suspiro de alivio se le escapa, mira el cielo y las nubes.
«Quisiera ser el viento que impulsa esas nubes...» piensa alzando su mano con intención de acariciar las nubes.
Siempre le pareció algo mágico, aunque sonara como cuento de niños.
Deja que el viento la abrace con su brisa respirando el limpio y fresco aire.
Está muy feliz.
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La hora acordada con él se acerca.
Ella está nerviosa, ya se encuentra en el café.
A lo lejos divisa la figura del azabache.
Sonríe al verlo sonreír a él también.
El azabache apura su paso al verla.
Una vez que la tiene en frente, la mira a los ojos y corre un mechón de cabello detrás de la oreja de la rubia.
—Tú... —pronuncia embobado.
—Si, yo...— añade la rubia.
Las mejillas de la dama se tiñen de carmesí a la vez que tiene intenciones de apartar la mirada.
—No tienes idea de cuánto estuve buscándote.— declara. Los ojos verdes se llenan de brillo.— Me enamoré de tus ojos... Expresan tan bien lo que sientes... Eres hermosa por fuera... por dentro... Y aquí.— señala el corazón de la rubia.
—Pero si ni me conoces... Te estarás confundiendo... Yo solamente escribía esas caras tontas.— confiesa algo apenada.— No me lo merezco, creo que mejor—
—No. —niega el oji-café tomándola del brazo.— No eran tontos, realmente me conmovieron... Tus palabras son hermosas... Eres hermosa en todos los sentidos.—
—Si ni siquiera sabes mi nombre, ¿Cómo puedes decir todo eso?— pregunta la oji-verde.
—Porque no creo que me haga falta un nombre cuando lo único que me importa es que me enamoré del alma de esta preciosa persona.—contestó el azabache.
Los corazones de ambos bombeaban desenfrenadamente.
Sus mejillas estaban al rojo vivo, teñidas por el mismísimo sol ardiente de la pasión.
Se quedaron viendo a los ojos, cerca, sin que nada los molestara.
Ese contacto visual silencioso era igual de valioso para ambos.
Se separaron por un movimiento de ella.
—Gracias por el tiempo... En otra ocasión, hablaremos. Hasta entonces.— finaliza alejándose.
El azabache queda de pie, observando la radiante figura de la rubia desaparecer.
Suspira triste, pero de todas formas sonríe.
«Te fuiste tan rápido... Que ni siquiera me sé tu nombre... Pero que mujer problemática.» piensa llevando ambas manos a sus bolsillos.
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¡Hola a todos! Aquí finaliza esta corta historia, espero les haya gustado. Déjenme sus opiniones en los comentarios, siempre soy feliz de leerlos <3
