Vas a ser hermosa

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Corría lo más rápido que me permitía mi pierna lastimada por todo ese infierno de oscuros pasillos y cuartos destrozados. El martilleo de mi corazón era tan intenso que me hacía retumbar los oídos. Me metí debajo de una mesa y me quedé ahí, temblando agazapado mientras intentaba estabilizar el ritmo de mi respiración.

–¿Dónde te metiste cariño? –la voz del loco me sobresaltó y las lágrimas cayeron de mis ojos. Me sorprende lo rápido que se mueve sin hacer el menor ruido, para ser un hombre tan grande. Si no es porque habla y alza su voz, no sabría que viene detrás de mí.

Lo escuché resoplar del otro lado del cuarto y me asomé ligeramente para intentar localizarlo, pero no pude verlo en la oscuridad. Lo que sí vi fue una puerta al fondo, que daba a alguna habitación donde había algo de luz dentro, así que me propuse llegar hasta ella. Me arrastré sin hacer ruido hacia otra de las mesas y me oculté debajo, soportando el ardor de mi pierna que sangraba y dolía como si todavía tuviera ese maldito hierro incrustado.

–¿Cariiiiñooo...? –canturreó Eddie bastante cerca de mí– ¿A qué estamos jugando?

Tuve que morderme el labio para ocultar el ruido de mis sollozos, mientras un sudor frío bajaba por mi frente. Después de todas las cosas horribles que he visto en este lugar, después de lo que él estuvo a punto de hacerme... los cuerpos mutilados, las torturas, los experimentos... creo que la muerte no es lo peor que me puede pasar.

Eddie pareció perder los estribos ante mi silencio y enfurecido gruñó sujetando una de las mesas para luego lanzarla con fuerza contra la pared.

–¡Sal maldita puta desagradecida! –exclamó y yo me cubrí la boca con las manos para no gritar por el miedo que sentía. Este tipo es más aterrador que los otros locos con los que me encontré anteriormente.

Eddie Gluskin, "el novio" como le llamaban. Obsesionado con conseguir a la mujer perfecta, pero al no haber mujeres aquí, tuvo la idea de fabricarse una, realizando "operaciones" de cambio de sexo a los pobres diablos que tenían la mala fortuna de llegar a su territorio. Y ni siquiera llamaría operaciones a las aberraciones que hacía, pues el tipo no tiene ni la más mínima idea de medicina. Solo cortaba los miembros de los hombres y les cosía pechos creyendo que con eso ya tendría a su mujer. Dios... recordar el ruido de la puta sierra con la que intentó cortar mi pene hace que me den ganas de vomitar. Aún puedo sentir el frío dónde su mano helada me acarició el muslo. "Vas a ser hermosa" fue lo que me dijo.

Suspiré y lentamente exhalé el aire de mis pulmones. "Tengo que salir de aquí" pensé. Cuando lo vi alejarse hasta el otro extremo del cuarto, supe que era mi oportunidad. Las piernas aún me temblaban y las plantas de mis pies descalzos escocían, pero eso no me detuvo para salir de mi escondite y correr hacia la puerta.

–¡Ahí estás! –escuché gritar a Eddie y la sangre se congeló en mis venas. Nada podría salvarme esta vez si él volvía a ponerme las manos encima. Así que corrí lo más rápido que pude.

Crucé la puerta y atravesé la habitación guiándome con la poca luz que había entre las mesas y estanterías. Llegué hasta otra puerta y la abrí de un empujón para pasar al otro lado.

–¡Ven mi amor! ¡No puedes esconderte de mí! –la fría voz de Eddie a mis espaldas me ponía la piel de gallina– ¡Dije que vengas, zorra!

Ni siquiera miraba realmente por dónde iba, todo estaba oscuro y algunas puertas estaban cerradas o bloqueadas. Salté sobre un escritorio que se atravesaba por el pasillo y más allá vi otra puerta entreabierta. No lo pensé dos veces y entré cerrando rápidamente. Me arrepentí al ver que no había salida. El cuarto era una especie de oficina pero no había más puertas para salir por otro lado, y la única ventana estaba asegurada con fuertes barrotes por fuera, como todas en este maldito manicomio.

THE GOOD BRIDE (Outlast Eddie x Waylon)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora