Prólogo.

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¿Qué significa estar perdido? ¿Es simplemente no encontrar y el camino hacia el lugar al que vas? ¿Es sólo no saber en dónde estás?

Para mí estar perdida tiene un significado mayor que eso.
Me he perdido muchas veces, y no en lugares desconocidos o en laberintos, sino en algo más.

Mientras navegaba, me perdí en un mar de soledad, no había nadie para mí, nadie en quién confiar, nadie a quién querer. Quedé a la deriva poco después de zarpar, había islas que me permitían desembarcar en ellas, pero sólo por obligación; otras islas esperaban algo a cambio por mi anclaje en ellas; y otras, simplemente no me recibían nunca.

Cuando quise andar, mi tierra firme se transformó en arenas movedizas. Quedé atrapada, luchando por mover mis pies para poder dar el siguiente paso. No era libre de decidir mi rumbo, pues a cada ocasión se interponía una roca, que crecía frente a mí como un obstáculo indicando la dirección por donde debía ir.

Nunca quise perderme, entre aquél mar y esa arena, lo único con lo que contaba era yo misma. Sólo hubo una cosa que estubo ahí mientras duró mi travesía, esa cosa que me apasionaba desde antes de mi partida hasta ahora, era mi brújula y mi sextante, parte de lo que me mantenía ubicada y alejada de aquellas islas y rocas.

Ese fue el modo en que me perdí, sin saber que después de ello, habría islas de las que nunca quisiera volver a zarpar. Sin saber que alguien más perdido que yo me podría hacer encontrar el rumbo que siempre busqué.

Ese deseo, mi mayor anhelo, lo que más busco, se llama "libertad".

Ahora, me niego... simplemente no quiero... y no lo voy a hacer... ¡No voy a perderte!

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