Casi demasiado

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Tratas de concentrarse en la manera que gira, una y otra vez, fuera de su eje.

Si miras el tiempo suficiente tu mente empieza a girar junto con él.

Estás mareado.

Tomas otro sorbo de la botella, no parece que tenga sabor, solo se encarga de hacer que tu cerebro trabaje más lento.

Es una lástima y una ventaja, parece que solo hace que tardes más tiempo pensando en él.

Quieres dejar de mirar fijamente. Solo estás atrapado en su órbita supones.

Sus movimientos son torpes y descuidados, es un milagro que no se haya tropezando a este punto.

El tul del vestido da un cierto encanto, casi mágico.

La pregunta escapa de tu boca antes de que lo pienses mejor.

Puedes contar las diferencias con los dedos de tu manos, la diferencia entre el blanco y el rosado, el tul y el encaje, el azul y el cian, borras ese último pensamiento.

Tartamudeas, no es lo que quisiste dar a entender, no es lo que quisiste pensar.

¿Por qué estás aquí otra vez?

Aceptar una segunda cita, aceptar unos tragos, aceptarlo, es muy fácil ceder a su alrededor.

Lo siguiente que sabes es que estás tropezando hacia arriba, no quieres pensar el voltear, con miedo de regresar al lugar al que perteneces, fuera de ahí.

La cama es cálida y reconfortante debajo de ti, encaja con él.

Hay algo que te estás perdiendo, cada que hablas con él hay un subtexto no eres capaz de alcanzar, por mucho que corras.

No quieres ver, crees que si lo haces no podrás apartar la vista, es injusto y aterrador.

Aún así captas un poco de gracia y piel morena.

Citas, plural, no solo una o dos para el caso, si no más, tratas de no pensar en los matices.

Casi parece una estrella, brillante y reluciente.

Su sonrisa no hace más que resaltar lo que es obvio ¿Así es cómo se sentía Ícaro?

Piensas en la gracia de sus movimientos aún tras copas y copas, hace sentido.

Quisieras tener su habilidad, quisieras tener a todo él, es difícil pensar a través del alcohol.

Te sientes sediento, no crees que sea de licor.

Tu lengua y tu mente nunca habían estado tan lejos el uno del otro.

Te ríes porque es una verdad envuelto en un listón rojo de posibilidad y mentira, es lindo.

Ahí está otra vez ese subtexto, justo cuando crees que estás entendiendo pierdes el sendero.

Hay algo aún más atrapante en la forma en la que se tambalea sin cuidado, casi hace que olvides tu vergüenza por no apartar la mirada.

No es que haga mucha diferencia, el vestido caía dejando una cascada de piel expuesta en la espalda, es indecoroso y aún así parece adecuado.

No quieres pensar en una situación en donde no estés para poder ver e imaginar cómo se sentirían las cicatrices de su espalda en la punta de tus dedos.

Un derecho negado que nunca a sido tuyo, no quieres que tú inseguridad se escape entre tus palabras, pero ya es demasiado tarde.

Tratas de no pensar en la tela ligera, los colores brillante y el encaje, pero la implicación de que hay más que uno es lo que te hace fallar de manera horrorosa.

Una pregunta disfrazada "¿Porque no tienes más citas?"

La idea sigue siendo desagradable, pero aún así es ridículo ¿La gente está viendo lo mismo que tú?

Ese comentario es dulce, es encantador, es todo lo que no te has dejado degustar.

Crees que podría ser tu favorito también, los colores, la tela, los bordados de girasoles (dentro de ti hay una semilla de girasol, una que él plantó, lista para crecer en busca de su sol, de él) podría tener su nombre escrito por todas partes y seguiría viéndose tan hecho a la medida como justo ahora.

Te preguntas qué pasaría si te inclinas lo suficiente para dejar un beso en su cuello, estás lo suficientemente tentado, pero aún falta alcohol en tu sistema.

Quieres besar el dolor lejos de la herida.

Quieres besar las malas palabras lejos de su boca.

Quieres besarlo.

Das un paso atrás.

Suena especial, los muffins son especiales, el vestido es especial, él es especial.

La forma en que lo describe hace que regrese la sensación de mareo.

Quieres girar con el, vivir en la imagen mental de esa cita.

Solo tropiezas, con tus pies y tus palabras.

Los astros se detienen.

Crees que el alcohol tomó el lugar de tu cerebro, no hay ningún filtro entre tus pensamientos o tus palabras, aún así la presión en tu pecho se libera.

Piensas en la receta de muffins perfecta y una canción que los mantenga bailando toda la noche.

Es la cita perfecta con la persona perfecta y aún no ha pasado, aún.

Todo parece caer en su lugar cuando se posa en tu regazo.

Cumples tus caprichos y cierras el espacio entre ustedes, cayendo en su órbita, no crees que puedas separarte jamás, polos opuestos de imanes.

Todo esto te hace sentir caliente de dentro hacia afuera, como un sol dentro de tu estómago, o sentado en tu regazo.

Te alejas lo suficiente para ver su rostro y sólo puedes ver las pupilas más grandes que has visto jamás, la rayita de marrón es simplemente un complemento decorativo y no un distintivo. Revuelve algo en ti.

Aprendes a que deje de maldecir, no guarda completamente silencio, todavía hay suspiros de par en par, aún así suenan mejor que las palabras.

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-Es una lastima que tu vestido se arruinara ¿Que usarás para nuestra cita?

Te acurrucas más cerca de él en la cama, el sol del amanecer entra por las ventanas, baña la habitación de una luz tenue, lo suficiente para trazar los contornos, causa que los detalles se mezclen y se difuminen.  No importa, tomarás cada pequeño detalle que puedas apreciar, una ofrenda de pies a cabeza.

-El vestido es lo de menos si tú estás ahí -su sonrisa es resplandeciente y sus palabras lo son aún más, hace que tú corazón se hinche, cálido y estúpido, quieres un poquito más.

Te acercas a darle un beso, suave y fácil.

Es una mentira, lo quieres todo.

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『𝓽𝓪𝓵 𝓿𝓮𝔃 』【𝑸𝒖𝒂𝒄𝒌𝑯𝒂𝒍𝒐】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora