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El aire chocaba contra su rostro, mientras corría a toda velocidad, tratando de escapar de aquellos hombres.

Callejones sucios, olores fatales y el hormigueo en sus piernas estaba haciendo que aquel omega jadear con fuerza, mientras la velocidad reducía y los alfas aprovechaban eso para poder acorralar al pobre chico, quien a pesar de estar asustado, seguía manteniendo el semblante serio y quizás el ceño fruncido, aunque claro, por dentro su lobo chillaba en auxilio.

—Vaya, vaya, vaya, ¿de nuevo pensabas escapar, pequeña rata?—El que lideraba aquel grupo hablo con su voz gruesa, pero sin llegar a ser su voz de mando, mientras sonreía y veía al tembloroso y cansado omega—Tu nos debes dinero y el jefe esta esperando por ello.

—Ya les dije que voy a pagarles, s-solo necesito más tiempo, estoy por conseguirlo todo...

—Eso nos dijiste hace una semana, JongHo—Gruñó, estampando su palma justo al lado del rostro del muchacho, haciendo que este saltara levemente—Y una semana fue la que te dimos para pagar, si no tienes el dinero, ya sabes como liquidar...

El pobre omega tembló de temor, pues sabía que si no les daba el dinero, ellos no tendrían piedad y empezarían a abusar sexualmente de él.

—P-por fa-v-vor... No, n-no, Jay, yo l-les pagaré, l-lo juró, solo-solo necesito-

—¿Tiempo?, ya no lo tienes, precioso, hoy era tu día límite.

Sus feromonas de miedo se esparcían en el aire, mientras que aquel alfa hacía una seña y los otros que le acompañaban se acercaban con sonrisas burlonas, sentía miedo, pavor, quería llorar y esta vez ninguno de sus "amigos" estaba ahí para ayudarle escapar como antes.

Fue estúpido que saliera solo por comida, sabiendo que esos matones le buscaban por la deuda, (que aunque no era de una suma grande de dinero), el jefe de aquellos exigía hasta el más mínimo centavo. Y para mala suerte de JongHo, ese hombre no perdonaba.

Los alfas estaban ya cerca del omega, iban a empezar a tocar su cuerpo, lo que causo repulsión en el menor y se apego, aún más, a aquella sucia y fría pared. Podía oler que todos aquellos alfas les excitaba la idea de poder "divertirse" con él, quiso chillas, gritar por ayuda, pero, una vez más, la suerte no estaba del lado de JongHo, ya que aquella era una de las zonas más pobres de Nueva York y era difícil que alguien pudiera ayudarle, pues sabían lo que convenía y era mejor no involucrarse.

—J-Jay, por favor... P-por fa-vor.

—¿Tienes el dinero?—El chico negó—Entonces no puedo hacer nada, lástima.

—No.. ¡N-no, déjame!

El primer alfa se había atrevido a tocarle y con eso, desató que los demás también lo hicieran, haciendo que el pobre niño se removiera, queriendo escapar de sus manos, pero era inútil. Dos de aquellos brutos sostenían con fuerza sus muñecas contra la pared, impidiendo que se moviera.
Sus lágrimas de impotencia y pánico se presentaron, su olor también reflejaba miedo, pero a ellos no les importaba, ya que estaban más entretenidos tocando al omega y aunque se quejaba y rogaba por que le soltarán, nadie le ayudó.

O bueno...

—Hey, hey, hey... ¿no les dijeron que para tocar a alguien deben tener su consentimiento?

Aquella voz se oía suave, a pesar de ser masculina, y provenía de algún lado, JongHo no sabía realmente de donde, pero si sabía que iban a salvarlo.
Los presentes giraron para saber quien había interrumpido su momento, encontrando a un chico con una sonrisa dulce, estaba sentado cómodamente en aquella barda alta, mientras sus pies se balanceaban y les veía. Su ropa era completamente negra, tal vez para pasar desapercibido entre la oscuridad. Su cabello rubio peinado a un lado y el aroma a flor de cerezo decía que era un omega.

The Seven Deadly Sins [ATEEZ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora