Prólogo

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Sandra vivió toda su vida llena de lujos y sin dificultades, tiene una gran casa y montones de dinero. ¿El dinero lo es todo? Para él eso era cierto. ¿O no?

Un agosto deciden salir de viaje a desconectarse del mundo y tomarse un tiempo para ellos.
Una tarde decide salir de su casa a escondidas, llegando al parque de la comunidad dónde había quedado con algunos de sus amigos y primos.

Una mirada fugaz cruza con la suya, unos lindos ojos verdes. La dueña de los lindas esmeraldas, le dedicó una amable sonrisa, que ella correspondió con una mala mirada. Lo que provocó que ella frunciera el seño y se diera la vuelta.

Ella pedía a gritos un motivo por el cuál seguir luchando. La vida se lo dió, pero no de la manera que ella creía.

Sandra era estable, Alex anhelaba la estabilidad. Sandra tenía una familia completa y feliz, Alex tenía una familia rota. Los polos opuestos se atraen, de esa forma uno aprende del otro, se completan de una hermosa manera.

-Por ahí solían decir que del odio al amor solo había un paso, que gran mentira- Una sútil lágrima se derramó sobre su mejilla.


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