23 de Abril.

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                                                                                                                                                                 23 de Abril.

Querida Emily:

Ayer por la tarde mientras te escribía tuve que hacer una pausa, me entraron unas terribles ganas de llorar y era de ese llanto que uno tiene que sacar  si o si, porque si lo dejas, en algún momento querrá salir nuevamente y juntará todas sus fuerzas para hacerte trozos.

Mencioné en la carta anterior que cuando lloré, me entró un sueño milagroso, hace días no podía descansar y de la nada el cansancio llego a mi cuerpo y me rendí ante él, soñé contigo. Fue un sueño extraño, no recuerdo muy bien como era, qué ocurría, pero lo más claro que tengo de este, es que estabas allí. Hace tiempo no te sentía tan cerca, y si, lo sé… Hace unos días solamente no te veo pero creo que esto fue distinto, creo que el sueño me hizo dar cuenta de que desde antes ya no eras mía, quizás nunca lo fuiste. Recuerdo que durante mi sueño tocabas uno de mis hombros mientras sonreías, te veías hermosa, y es curioso como aún puedo sentir tu tacto en aquel lugar donde estaba tu mano, mi cuerpo te extraña, todo mi ser lo hace.

Emily, son las ocho pm y creo que me estoy empezando a acostumbrar a mi nueva rutina, a la rutina que me dejaste. Me siento como un enfermo terminal que acaba de enterarse que va a morir, todo a su alrededor se desmorona y no quiere volver a encontrarse con el mundo… Sé que no estoy muriendo, que soy joven y bla, bla, bla, sé que no debería ponerme así solo porque te extraño y siento mi corazón roto. No sé, a veces pienso que el dolor nunca se acabará y me jode, de verdad me jode ser tan pesimista. Mis padres dicen que debería empezar a cambiar mi semblante, pero cuesta. No digo que nunca lo haré, porque sé que un día despertaré, el dolor en mi pecho disminuirá y será entonces cuando comience a hacer lo mismo que antes. Abriré las cortinas, saldré de mi habitación y me sentiré listo para enfrentarme al mundo nuevamente. El problema es que el momento quizás no llegue pronto.

Hoy recibí una llamada de Simon, fue lo suficientemente buen amigo como para dejarme en paz un par de días, pero tarde o temprano y como yo lo esperaba, su ansiedad haría que se preocupara aún más. Dijo que estaba preocupado y que quería verme pronto. Dijo que quería que volviera a clases y bueno, dije que lo intentaría.

Simon vendrá a visitarme mañana por la tarde y espera que lo reciba con los brazos abiertos. Es un idiota, pero es mi amigo. Me extraña y saber eso, me hace sentir levemente mejor.

Mi mejor amigo me extraña, yo extraño a mi mejor amigo y, oh, dios no sabe cuánto te extraño a ti.

 Hace un rato durante la cena, mi padre me miró de una forma diferente. No estoy seguro si estaba impresionado de verme al fin en la mesa con ellos o quizás mi expresión y todo lo que me está pasando, haga que sienta lastima por mí. Mi madre suspiro y salió corriendo a la cocina, estoy seguro de que allí soltó una que otra lagrima, volvió con comida para mí y me sonrió ampliamente, estaba feliz de verme con ellos.

 Me duele la idea de hacer sentir mal a mi familia. Mi madre sufre, mi padre se preocupa y Susan cree que estoy enfermo y por eso no quiere ni acercarse a mí. No quiero que mis problemas los afecten, ellos son una de las motivaciones que tengo para superarte y salir adelante.

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⏰ Última actualización: Mar 15, 2015 ⏰

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