Mantel y copas

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Contemplaba como acomodaba los platos sobre el mantel recién puesto, de randa blanca, como se aseguraba de que cada arruga desapareciera, vi como pasó varias veces la mano encima de alguna que se resistía. Contó los puestos, eran tres, igual que los últimos siete años, desde que había llegado a esta casa.  

- Elena, por favor, ¿Podrías traer las copas de vino? - Su voz ronca, me arrastró de nuevo a la realidad. 

- Claro, papá, aunque no sé porque sigues esforzándote... sabes que ella no se quedará. - Sé que quiso responder, escuche que susurró algo cuando salía en dirección a la cocina, aunque no pude entender el qué. 

La última vez que había utilizado estas viejas copas sería hoy hacía un año. Siempre el mismo mantel, siempre las mismas copas, siempre las mismas palabras. Con los años había aprendido que no debía esforzarme por entender a mi madre. Había entendido, que aunque me doliese, ella ya había tomado su decisión y si hoy se sentaba junto a nosotros, no era más que por mera tradición. 

Con los años había dejado de esperar este día, al principio era mejor que navidad, pero ahora para mi solo era un tiempo tortuoso, donde veía como los ojos de papá recobraban un poco de vida y como ella hacía todo por esquivar sus suplicas. 

Mientras voy quitando el polvo de las copas, pienso en cómo lucirá este año, ella es hermosa, según todos, yo había heredado su belleza, aunque sé que nunca me sentiré como ella. Cuando camina su cabello se mueve como una suave melodía, su tez es morena y tiene un lunar sobre la ceja izquierda, al menos compartíamos eso. Y es alta, esbelta y parece que el tiempo se detuvo para ella en algún momento. Sí, mi madre es hermosa. Y quienes llegan a conocerla, dirán que después de eso, es muy inteligente. 

-¡Elena! - Había olvidado las copas, acabe de limpiarlas y corrí al comedor, sabía que era mejor no hacerle esperar. 

- Aquí están, perdón. ¿Necesitas algo más? - Retuerzo uno de mis rizos que cae por mi oreja. 

- No cariño, ve a cambiarte, yo terminó la cena. - Asiento, la verdad es que quiero estar a su altura, el año anterior había criticado mi forma de vestir, y este año no quería que haga sentir mal a papá por no criarme bien. 

Sentí como vibró mi teléfono, sabía quién era, fue por eso que corrí a mi habitación. Estaba tendido sobre la cama, son el torso desnudo, con sus ojos verdes viéndome. No sabría cuánto tiempo podía llevar ahí, sabía que por su expresión un buen rato. Avance a la habitación cerrando la puerta detrás de mi, con dirección a la ventana por donde había subido Matías. 

-¿Y tu camiseta? - Rodé los ojos, siempre luciéndose. 

- La pregunta es, ¿Si tuvieses mi cuerpo, llevarías camiseta? -  Me guiña un ojo. Típica respuesta de Matías Sandoval, mi mejor amigo desde que había pisado esta casa, y desde hacía un año, mi novio. 

- No seas ridículo y sal de aquí, no querrás que mi padre con el estrés de este día te vea.

- No es tu padre quién me preocupa, eres tu Elena, ¿Cómo te sientes? - Finaliza la oración delante mío, y antes que pueda decir cualquier cosa, me abraza y besa mi frente. 

Al menos siempre contaba con él, Matías era mi lugar seguro. 

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⏰ Última actualización: Aug 13, 2021 ⏰

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