¿Cómo fue que esto terminó así?
¿Por qué, de todas las personas, él?
No él.
No Chifuyu.
No su persona favorita de todo el mundo.
—¿Qué pasó?
Kazutora se mantuvo mirando el cuerpo muerto de Chifuyu con una expresión vacía. Aun no podía caer en cuenta sobre lo que estaba pasando, se sentía irreal, hace solo unas pocas horas Chifuyu y él habían estado riéndose, sintiendo la respiración del otro sobre sus rostros, cuellos, labios. Probablemente Kazutora lo hubiera besado si el chico no hubiera estado tan borracho. No creía que Chifuyu estaba... muerto.
Y nunca pude decirle como me sentía, nunca le dije cuan agradecido estaba con él, lo mucho que significa para mí, lo mucho que... lo quería.
Joder. Estaba enamorado de ese chico, de aquel individuo de cabellos negros y ojos azules, con la piel tan blanca y suave como porcelana. De ese chico con un corazón tan grande que perdonaba todo, pero que poco a poco había estado consumiéndose por la oscuridad de lo que se había convertido Toman. Luchando por años solo, con la carga sobre sus hombros.
No se lo dijo nunca. El cómo se sentía, y ahora él había sido asesinado.
Muerto. Lleno de golpes y sangre por todo su cuerpo.
—Kisaki.
Kazutora apretó los puños, las uñas encarnadas en la piel de su palma, quizás sangrando por la fuerza que ejercía, pero no le importaba.
Todavía podía sentir el miedo que lo recorrió de pies a cabeza cuando recibió la llamada de Naoto. Una sensación de vacío en el estómago. Terror. Enojo. Culpa. Ansiedad. Impotencia. Anhelo. Soledad. Dispersándose por diferentes partes de su sistema.
Terror, de saber que a lo que siempre temió acababa de suceder. La pérdida de otro ser querido.
Enojo. Hacia sí mismo, odiándose por no haber sido capaz de ayudarlo. De haber seguido con el estúpido plan.
Culpa. Dios, se sentía tan culpable por lo que le había pasado a Chifuyu, ¿Por qué no había sido él quien recibió esa bala en la cabeza? ¿Por qué Chifuyu? Esto era culpa suya, si lo hubiera detenido, quizás él seguiría vivo. Quizás...
Ansiedad. Que había tenido un jodido ataque de ansiedad en el departamento que compartía con Chifuyu. No recordaba cómo se respiraba, las manos le ardían para hacerse daño a él mismo, la perdida de fuerzas en sus piernas lo hizo caer directo al suelo.
Solía tener ataques de ansiedad regularmente en el pasado. Pero, cuando Chifuyu llegó a su vida, estas se habían reducido considerablemente. El chico siempre había estado allí cuando sufría de sus ataques, reconfortándolo y dándole ese cariño que Kazutora siempre, siempre, había querido sentir. Lo sintió con la Toman, con los fundadores, lo sintió con Baji, el único amigo que había estado esperando por él, el único que aún seguía a su lado cuando salió de ese lugar, dándole esperanzas. Lo sintió con Chifuyu, con su Chifuyu, el chico que fue a recogerlo luego de terminar su sentencia, a pesar de los errores cometidos en el pasado, él lo recibió con una sonrisa.
Impotencia. De saber que ya no puede hacer nada para revertir esta situación. El no poder haberse despedido de Chifuyu. No poder haberle dicho todo lo que sentía.
Anhelo. Como anhelaba poder tener a Chifuyu ahora mismo, a su lado, sonriéndole como siempre, quería tanto abrazarlo, poder tocarlo para saber que todo esto era una jodida pesadilla y que el chico estaba bien. Quería besarlo hasta que sus labios estén hinchados, rojos, brillantes y con la respiración entrecortada por el esfuerzo.
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Quizás en otra vida |Kazufuyu|
FanfictionHabían pasado horas desde que llegó. Mantenía el celular en la mano, reproduciendo una y otra vez la última nota de voz que Chifuyu le había enviado hace dos días. -Oye, tora, puede que llegue un poco tarde hoy, ya sabes trabajo y todo eso, así que...