🍄، cap 2 : ' ¿Un hada que cayó del cielo? ' 🍃ִֶָ

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Era una mañana soleada en pleno Agosto. La brisa primaveral arropaba el césped como sábanas, pero hacía mucho calor. La alta temperatura era bueno para las plantas, pero aquél golpe de calor luego de un largo y hostil invierno, no era nada bueno para las plantas de Choi Soobin.

Él siempre fue alguien apasionado por la naturaleza. Le encantaba cuidar las plantas de su jardín. Todas las mañanas se levantaba realmente temprano para regarlas y podarlas. Les daba el agua suficiente según su especie, quitaba manualmente la maleza que crecía entre los tallos y que sobresalían del sustrato de manera invasora. Bajaba limones y naranjas de sus respectivos árboles con una herramienta bastante larga que alcanzaba cualquier fruto desde cualquier altura. A Soobin no le hacía falta, pues era muy alto y alcanzaba casi todo.

Pero él no vivía de hacer eso. Su sueño era ser arquitecto paisajista, siempre quiso serlo, pero como nunca logró encontrar una escuela en esa especialidad que pudiera pagar, vivía como un alegre profesor de jardinería.

A pesar de aquellas dificultades, continuaba ahorrando por sus un lugar en la única escuela de arquitectura paisajista de su zona. Fuera de aquella especialidad, él se destacaba como un apasionado lepidopterólogo.

Realmente no se consideraba experto en sí, debido a que personalmente, creía que le faltaba mucho por aprender de aquella rama de la biología.

A pesar de su escaso conocimiento, su pasión siempre sería más grande.

El pelinegro sacó su manguera, con una sonrisa de lado a lado, apreciando sus hortensias florecer nuevamente. La desenredó y la insertó en la boquilla de la llave que se situaba en una esquina. Algunas plantas enredaderas rodeaban la callina, pero no era problema para que Soobin abriera ésta. De un instante al otro el agua ya salía el extremo final de la manguera.

Mientras regaba plácidamente las hortenisas, fue interrumpido por una voz que de la nada se hizo presente.

"¿Mamá?"

Habían pasado exactamente dos semanas desde que el pequeño desapareció

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Habían pasado exactamente dos semanas desde que el pequeño desapareció. Hydrangkai estaba muy preocupada: él era su hijo, y ni siquiera pudo pasar un sólo día con él. Porque pocas horas después, el pequeño hada había desaparecido sin dejar rastro.

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El pequeño gritaba por su madre mientras dormía acurrucado entre varios arbustos, y soñaba con su mamá, la extrañaba y estaba triste de haberla perdido. Toda la tristeza aquella se hacía presente en sus sueños, o pesadillas.

Pero ahora... ¿él dónde estaba?

Aquello fue lo que el castaño se preguntó cuando despertó y abrió los ojos estando en un lugar irreconocible. Su cuerpo dolía como nunca, quería gritar del dolor. No sabía donde estaba, y tampoco sabía si ya lo habían devuelto con su madre. Entonces decidió llamarla, quería verla, estaba preocupado por ella, como ella por él.

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