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Ahí estaba yo, otra noche más con mi fiel compañera la luna. Creo que me estoy volviendo una criatura nocturna o noctámbulo pues siento que en el frío de la noche puedo pensar mejor. Hace tiempo que permanezco varias horas en la terraza de mi casa esperando no sé qué, pero nunca llega. Supongo que luego de todo lo que pasó no volví a ser el mismo y me quedé con estas costumbres... particulares.
Cuatro de la mañana. Me voy a quedar hasta el amanecer, después de todo acostarme a dormir ahora no hiciera mucha diferencia. Ya casi no me quedan cigarros. Y sí, en casa no puedo fumar, mi madre no soporta el olor y yo sólo para evitar molestarla subo aquí.
Aquí arriba siento casi la misma paz que tenía antes de todo, antes de que todo se fuera a la mierda. Aquí no tengo que fingir que estoy bien... aqui sólo dejo pasar el tiempo y me dejo llevar por él.
Tiro lo que queda del cigarro y me quedo contemplando el cielo. Poco a poco empieza a tomar ese color violeta hermoso y todo va tomando su forma. Desde mi casa se puede ver un amanecer precioso, la ciudad que despierta a lo lejos surge de entre las sombras, grandiosa. El primer rayo de sol me alumbra la cara, esa luz tenue como una caricia me hace sonreír. Vale la pena no dormir para presenciar esto... si mi desvelo solo fuera por eso tal vez fuera un momento poético.. mágico, pero no lo es.
Me escabullo por la ventana de mi habitación con agilidad, sin hacer ruido. Tantas veces haciéndolo ya le he cogido el tranquillo. Además tantos años en el equipo de fútbol puedo decir sin soberbia que poseo una buena condición física, nada extravagante, mi estatura hace todo el trabajo prácticamente.
En lo que me desvisto para ducharme observo el tatuaje de mis costillas en el espejo de mi habitación. Delineo las letras con mis dedos y leo en voz alta:

"LETTING GO IS NOT SAYING GOOD BYE, BUT THANK YOU"

Me grabé esa frase en la piel, para no olvidarla nunca. Sin embargo aún después de tanto me cuesta soltar... me cuesta olvidar.
Durante la ducha escucho a Passenger desde los altavoces de mi móvil. Según el espejo del baño debería cortarme el pelo que ya cae sobre mis ojos. Me peino hacia un lado con los dedos mientras el vapor del cuarto del baño termina de relajar mis músculos.

-Hey Spencer¿Qué tal? Estabas perdido- me saluda Sebas, un buen amigo mío desde que éramos pequeños.
-Si es que este verano nos fuimos a Mallorca con mis abuelos- le respondo. Caminamos a clase luego del aburrido discurso de apertura de curso del director del distinguido y pomposísimo Instituto St Thomas.
-Hombre me puedes invitar alguna vez ¿sabes?que el chalesito que tienen tus abuelos está increíble . Además en el auto cabemos tú y yo y dos chicas eh- me dice dándome un codazo en las costillas.
-Eres increíble, ¿sólo piensas en eso a que si?- le digo mientras tomo asiento. Sebas se sienta en la mesa de al lado y se reclina en la silla con su típica pose de "me importa una mierda la vida"
-Claro, ¿qué haría si no?- me dice cruzando los brazos detrás de la cabeza.
-Ya calla que va a empezar la clase.
Se encoge de hombros y se dedica a molestar a la chica de la mesa de al frente. Ella sólo le sacaba el dedo del medio cada vez que él le decía una grosería o le tiraba de los moños. En cualquier momento se iba a parar y le iba a dar una cachetada. Sería muy cómico ver su cara roja. Pero parece que ella le dijo algo que lo cabreó porque la dejó de molestar.No sé como se llama ella y la verdad lleva en la escuela bastante tiempo.
-Supongo que soy más distraído de lo que creía-pensé.

Hoy Martha, la vicedirectora nos martirizó con otra clase sobre las normas del instituto, que si la ropa, que si no se puede estar en el área de la escuela después de las cinco de la tarde, algo que es ridículo porque los del equipo de fútbol terminamos a las seis y entonces no podemos ducharnos en el colegio ni nada luego de entrenar. En cuanto dijo lo del aparente toque de queda dejé de oírla. Pasé toda la hora sumido en mis cosas hasta que por fín dejó de parlotear.
Sebas y yo nos fuimos a entrenar luego del almuerzo . El colegio gozaba de una estructura bastante amplia, los edificios docentes se ordenaban de manera tal que entrara perfectamente la luz a los largos pasillos, lo que permitía un ambiente más limpio en los almuerzos, que en otros institutos públicos a veces sientes que te falta el aire entre tanta gente y tanto ruido. Cuenta con un diseño contemporáneo para ser una estructura educativa. Alrededor del colegio se encuentran varias empresas de prestigio en la ciudad. Detrás de los edificios se encuentra el área deportiva que es hacia dónde nos dirigimos, que está equipada con un campo de fútbol y el gimnasio que a pesar de tener  todos los equipos no tiene duchas; sinceramente al ingeniero de esta construcción se le fue la olla con eso.
Al llegar al campo el entrenador nos asignó una tarea típica de los alumnos con más experiencia en el equipo. Joan, un muchacho nuevo de traslado se había unido hace poco y teníamos que enseñarle cómo se entrenaba aquí, sólo que el chico andaba medio extraño, hacía todo lo que nosotros pero apenas hablaba. Era un chico escuálido pero bastante rápido y eso era muy bueno en el fútbol. En el descanso Sebas le preguntó que qué tenía y él dijo que no tenía nada. Secándose el sudor de la frente se apartó el cabello de sus ojos dando a entender que no iba a hablar del tema. Bueno cada cual con sus cosas. Le di una palmada en el hombro.
-¿Todo va a estar bien si?- le dije.Él simplemente asintió con la cabeza.Lo dejamos ahí sentado en el banquillo bebiendo agua en lo que terminábamos la rutina del día.

Casi estábamos por irnos y yo andaba fajado con mi mochila porque no hallaba mi móvil.
-Yo creo que lo dejaste en el lóquer- escuché que me gritó alguien del grupo que salía por la puerta de la cerca del campo.
-Mierda- mascullé volviéndome sobre mis pies. Eran pasadas las seis de la tarde pero no iba a dejar mi celular allí. Entré al colegio y para mi suerte no me topé con el celador. Recogí mi celular del lóquer. Tenía dos llamadas de mi madre.
Caminé hacia la salida y traté de salir por la salida principal pero ya estaba cerrada.
-Joder-farfullé y tomé un corredor que daba al campus rezando porque no estuviera cerrado también.
Con la bolsa de deporte, sudado y un humor de perros por la mala noche sería estupendo que tuviera que llamar al guía del aula para que viniera a sacarme. Ya por eso iba a tener problemas. Pero por suerte la puerta estaba abierta ni siquiera con seguro por dentro como hacen los conserjes antes de poner los candados. Eso me extrañó pero salí al campus para brincar el muro e irme.
Cuando pretendía trepar el muro sentí un estruendo, un sonido fuerte como cuando cae algo desde una altura. Solté mis cosas y eché a correr en sentido del ruido que escuché. Corrí con todo lo que dieron mis piernas y llegué a la entrada principal del Instituto. Había un cuerpo, un cuerpo con la ropa de mi equipo. Me quedé paralizado. Dí unos pasos en dirección a él.
-No Sebas.. no Sebas- decía por dentro de mí. Cuando estuve más cerca reconocí el rostro inerte que yacía frente a la fachada del colegio. Era Joan... con la misma botella de agua que tenía hace un rato. Me tiré a por él.
-¡Joan despierta! ¡Por favor despierta! ¡¿Qué hiciste por el amor de dios?!-le grité, le sacudí pero sus ojos no me respondían -¡ No por favor! ¡Joan abre los ojos!- había sangre en su cabeza, mis manos se mancharon con ella... cuando me vi con su sangre en mis manos me quedé mirándolas fijamente. Caí en un trance del que me sacaron unos sollozos que venían de atrás de mí. Me giré y era la chica que Sebas molestaba ésta mañana. ¿Qué hacia ella aquí? Me puse de pie y fui hasta ella. La muchacha al ver mis manos con sangre entró en pánico y comenzó a llorar y alejarse de mí. Pensaba que yo...
-¡No he sido yo! ¡Sentí el ruido y vine a ver, no lo he matado!- me explicaba pero ella ya no me escuchaba había echado a correr. Fui detrás de ella. Entró corriendo al colegio. Yo seguía detrás de ella diciéndole que yo no lo había matado. Huía de mí, escuchaba como golpeaba las puertas desesperada , pensaba que yo era un asesino, no la juzgo, me vio con las manos ensangrentadas ¡Pero tenía que creerme!
Entré a un salón buscándola. Sabía que estaba allí pero no la iba a aterrorizar más.
-No he sido yo. Dónde sea que estés escondida. ¡No he sido yo! ¡Mierda!-Grité.
En ese momento escuché el inconfundible sonido de las sirenas. Me quedé quieto cuando me arrestaron. Sabía que la muerte me perseguiría toda la vida pero no creía que fuera así.

Vuelvo A Ti (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora